domingo, 1 de junio de 2014

VERBA


Dice el Diccionario de la Lengua Española (DLE): «(del fr. verve) Labia, locuacidad». Y don Manuel Seco, en su muy útil Diccionario de Dudas y Dificultades explica lo siguiente: «En algunos países americanos se ha adoptado en la forma verba el francés verve, que corresponde al español vena o inspiración: "Una verba rústica y vigorosa sonaba en el fondo de esta raza de labriegos y de pastores" (Arreola, trad. Baty-Chavance, Arte, 56); "A la nueva... le soltó por fin una confidencia con la verba florida de sus mejores años" (García Márquez, Amor, 468)».

¿Del francés? ¿Hemos adoptado una palabra francesa, aparentemente solo por su sonido, para ser usada aquí con significado distinto del que tiene es su lengua de origen? Absurdo, sencillamente absurdo: el francés verve significa «brío, que es gallardía, energía, pujanza).

La expresión "verba" que, como afirma el académico Seco, usamos los de este Continente, en realidad nada tiene que ver con el francés verve. Su origen, en verdad, está más allá, en el latín, y en nada se relaciona con «vena o inspiración». Verba es, más bien, el plural de verbum. Y verbum significa, simple y llanamente, «palabra», y es con ese nada complicado significado que lo usamos en América, pero, claro, en plural; y, repito, el plural de verbum es verba.

En lo que sí acierta la Academia es en esto: verba es equivalente a labia o locuacidad (labia: verbosidad; locuacidad: de locuaz, «que habla mucho"). Así, por ejemplo, decimos «Novissima verba», para referirnos a las últimas palabras (y no a la «vena o inspiración», y menos al «brío» de una persona) dichas por personajes como Sócrates, poco antes de morir: «Critón, no te olvides, le debemos un gallo a Asclepio».  

 

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