OÍR Y ESCUCHAR
Respecto de “escuchar”, dice el DLE: “Prestar atención a lo que se oye”. Claro, porque este verbo procede del latin ascultāre, es decir, “auscultar” y, como sabemos, auscultar es “aplicar el oído” (…) a fin de explorar los sonidos…”. Es decir, como explica el Diccionario Panhispánico de Dudas, “la acción de escuchar es voluntaria e implica intencionalidad por parte del sujeto, a diferencia de oír, que significa, sin más, ‘percibir por el oído [un sonido] o lo que [alguien] dice…”.
Bien, esa es, en rigor, la diferencia entre oír y escuchar. Pero hay que entender que se trata de la diferencia, digamos, de origen (etimología) que es la que el Diccionario aún registra. Sin embargo, el uso actual (que, en verdad, no es tan "actual" que digamos, pues viene desde hace varios siglos) otorga similar significado a los dos verbos: "Le hablo, pero no me quiere oír"; "Pasé por el parque y escuché un ruido insoportable". Esto es así, aunque no les guste a los académicos de la ilustre corporación matritense.
El significado o los significados no solo tienen que ver con la etimología; la etimología es, muchas veces, solo una suerte de referencia "histórica", y no condiciona obligatoriamente a los significados. Las palabras no están condenadas a conservar "de por vida" tal o cual significado; pueden darse casos en que, incluso, una sola palabra tiene significados opuestos: “evento”, por ejemplo, que es un hecho imprevisto, pero también es uno programado. La autoridad en asuntos de lengua no la tienen las academias, sino el uso.
Si alguien le dice a usted: “Habla fuerte porque no te escucho”, no cometerá ningún error; tampoco habrá error si es que usted dice: “Esta noche voy a oír música clásica”. Así hablamos, y nadie nos lo va a prohibir.
El Panhispánico de Dudas señala que no es justificable “el empleo de escuchar en lugar de oír, para referirse simplemente a la acción de percibir un sonido a través del oído, sin que exista intencionalidad previa por parte del sujeto”; sin embargo, agrega que este uso “también existe desde época clásica y sigue vigente hoy, en autores de prestigio, especialmente americanos, por lo que no cabe su censura”. Está en lo cierto, pero hay que agregar que esto no se da solo en “autores de prestigio”; es uso ya generalizado por los hablantes. Y el uso manda, pues.
¿No está en el Diccionario? Eso es lo de menos. Ya estará en algún momento. (“Ya va a venir el día, ponte el saco”, escribió César Vallejo. )
¡Un fuerte abrazo! Cuídense mucho, por favor!
Cesar escuchas u oyes que tu novia te pide unos pantalones corte colombiano de moda y tu te haces el sordo, alli que procede?
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