¿Alguien
pronuncia "guión" tal como lo hace con el vocablo "kion"
(que es como se le conoce en el Perú al jengibre)? Quizás haya algunos; pero lo
cierto es que la mayoría de los hablantes, no. Prácticamente todos decimos
[gi.ón] (en dos sílabas), mientras que la otra palabra la pronunciamos en un
solo golpe de voz.
El nombre de la rayita que sirve para dividir, al final
de renglón, una palabra que no cabe completa, y con el que también se designa
al texto en que aparece el contenido de una película con las indicaciones para
su realización, se llama "guión" y proviene no de "guia"
(monosílabo inexistente en nuestra lengua) sino de "guía" [gí.a] (así como "pió" deriva
de "piar" [pi.ar]; y es, por ello, descabellado decir "él pio"
y, peor aún, "yo pie" -¿la extremidad de los miembros inferiores?-;
pues, simple y llanamente, no son monosílabos).
¿Saben
por qué la misma RAE ha llegado a aceptar que el adverbio "solo"
puede escribirse con o sin tilde, y que eso depende del hablante? Y, ya
concretamente, ¿saben qué dijo respecto de "guión"? Dijo esto (ver:
Diccionario Panhispánico de Dudas): "La doble grafía, con tilde o sin
tilde, responde a las dos formas posibles de articular esta palabra"
(hiato/diptongo). Bueno, lo dijo porque reconoció que son los hablantes los
que, realmente, deciden en los asuntos de la lengua; es decir, que estas cosas
dependen del cómo se habla; y es por ello por lo que el vocablo en cuestión
aparece escrito de dos maneras en la edición 22 del Diccionario de la Academia:
guión y guion, y desde mucho antes lo normal era escribirlo con tilde (en el Diccionario de Autoridades, edición de 1734, aparecía guión).
Ah,
pero en la nueva edición solo aparece una forma ("guion"). Claro, han
eliminado la forma escrita con tilde en la "o". ¿Por qué han hecho
esto? Creo que la explicación es simple: Se trata de una ocurrencia -que, creo,
carece de un sustento sólido- de los miembros de la institución que seguramente
siguen creyendo que la docta corporación matritense es (como reza el lema
institucional, creado en 1715) la que "limpia, fija y da esplendor" a
la lengua (lo cual no es cierto); y seguramente tomaron esa decisión, del mismo
modo como se decide en los parlamentos políticos: por simple mayoría de votos.
¿Qué ha ocurrido después de publicada la edición 22 del
Diccionario? ¿Acaso se han producido cambios en el uso de la lengua, que
pudieran justificar la aludida variación ortográfica dispuesta por la Academia?
¿Tal vez los que pronunciaban la palabrita de marras en dos golpes de voz, de
pronto dejaron de hacerlo y terminaron convirtiéndola en monosílaba? No, eso
jamás ha sucedido.
Veamos, pues, lo que ahora se dice en la RAE al respecto
"... por eso, con independencia de su pronunciación, 'guion' es monosílaba
a efectos ortográficos y no lleva tilde" ¿"Con independencia de su
pronunciación"? Y también dicen esto que, de verdad, ya linda con la
tontería: "Esta convención es puramente ortográfica, por lo que no
implica, en modo alguno, que los hablantes deban cambiar la manera en que
pronuncian naturalmente estas voces, sea con hiato o con diptongo".
¡Absurdo! O sea, en otras palabras, "Que hablen como les dé la gana, pero
la Academia se mantiene en sus trece; es como si dijeran: "Qué diablos nos
importa cómo hablen, porque 'nuestra ortografía' seguirá bailando su propia
tonada"; es decir, ¿la ortografía nada tiene que ver con la lengua real;
es fiesta en otro barrio? ¡Ay, Taitito!
Repito, finalmente: El hablar -aunque no les guste a los
académicos- no depende de la ortografía; es la ortografía la que depende del
hablar. Ah, y, por si acaso, no es que yo quiera "acomodar" la
ortografía a mi manera de hablar (cómo hable yo nada tiene que ver con el
asunto: es el habla de todos, o de la mayoría, lo que debe tenerse en cuenta):
lo que tiene que saberse es que la ortografía debe acomodarse al modo de
hablar, y no a la inversa.
Ya lo dije al principio: Prácticamente todos los hispanohablantes pronunciamos [gui.ón], en dos sílabas; y por ello, es dable y correcto ponerle tilde a la "o". Pero, claro, si es que estuviera probado que en algunos lugares este vocablo también es pronunciado como monosílabo, correspondería, entonces, que la Academia modificara la entrada correspondiente del Diccionario y restableciese la redacción que estuvo vigente en la edición 22 del repertorio lexicográfico oficial. Es, creo, lo más atinado. Pero no vaya a ser que se quiera negar esto echando mano al recurso aquel del "principio de unidad ortográfica", porque ese argumento sería, sencillamente, inválido, enclenque y absurdo: En cuestiones de la lengua lo que corresponde es, más bien, respetar y, sobre todo, asumir, un principio que, especialmente, es común en el terreno jurídico pero resulta válido para el caso: el principio de "primacía de la realidad", que, además, se condice con la certera afirmación desprendida de la Epístola a los Pisones, escrita por Horacio, el gran poeta latino, y que es citada en la vigésima segunda edición del Diccionario: en cuestiones de lengua, el uso manda (y, efectivamente, así es y así será siempre). Y, además, conviene tener en cuenta lo siguiente: Antes que prescriptiva, la RAE debe cumplir, sobre todo (como ya, de hecho, lo está asumiendo, y es lo correcto), una función descriptiva.
Y, otra cosa, la Academia no tiene autoridad para
"disponer" cómo debemos usar el idioma; solo puede emitir opiniones
y, si se quiere, dar consejos o recomendaciones, pero nada más: no es, no puede
ser, lo que sus fundadores quisieron que fuera.
© Bernardo Rafael Álvarez
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