lunes, 25 de febrero de 2013

MIEMBRO, NO MIEMBRA.

Veamos: "Miembro. (Del lat. membrum). 1. m. Cada una de las extremidades del hombre o de los animales articuladas con el tronco. 3. m. Parte de un todo unida con él. 4. m. Parte o pedazo de una cosa separada de ella. 7. com. Individuo que forma parte de un conjunto, comunidad o cuerpo moral.” (DRAE). Como se ve, la primera acepción corresponde a las extremidades “del hombre o de los animales”. Es decir, los brazos son miembros (superiores) y las piernas también son miembros (inferiores). De la acepción mencionada se derivan (por la evidente analogía) las siguientes: “parte de un todo unida con él”, “parte o pedazo de una cosa separada de ella” y también “individuo que forma parte de un conjunto, comunidad o cuerpo moral”. ¿Si los brazos (género masculino) son miembros, las piernas deberían, acaso, ser “miembras” debido al género femenino que les corresponde? No, de ninguna manera. Por ello es que las personas (o individuos, como dice el Diccionario) que integran una comunidad o cuerpo moral son, igualmente, miembros, se trate de varones o de mujeres. Afirmar que “Juana y Mercedes son miembras del gremio de confeccionistas” sería –como suele decir don Marco Aurelio- una barbaridad, pues. Hay quienes consideran que, en aras de la “inclusión”, debiera proscribirse el empleo “machista” del término objeto de esta nota y de una vez por todas darse legitimidad al uso de “miembras”. Propuesta descabellada sin duda. Sería como proponer, por ejemplo, que, al referirnos a la persona de nuestra mayor confianza, aquella que nos ayuda a resolver algunos asuntos en el trabajo, digamos –si se trata de una mujer- que es, no nuestro brazo derecha (que es lo usual y correcto), sino “nuestra braza derecha”. Absurdo, completamente absurdo. Ah, pero no imposible, porque –como sabemos, y yo lo he repetido insistentemente en otras oportunidades, el uso manda y si este desagradable uso se impone –democráticamente, como siempre ocurre en cuestiones del idioma-, en algún momento nos chocaremos con declaraciones machistas y cacofónicas como esta: “Mi hembra es miembra del Club de Libertarios”. Por ahora, caballero nomás.