martes, 10 de diciembre de 2013

"NO ME QUEDA DE OTRA"


Hace un rato en la televisión he escuchado decir esta frase a Patty Wong. Veamos. Cuando te resulta, digamos, irremediable hacer tal o cual cosa, dices, por ejemplo, "no me queda otra cosa que hacerlo, me guste o no". Pero, como quiera que, especialmente nosotros los peruanos, solemos ser elípticos en nuestra comunicación (omitimos algunas palabras, porque probablemente nos parecen innecesarias o por pura "pereza" o "economía del lenguaje"), lo que más comúnmente decimos es esto: "No me queda otra...". Sin embargo, me he dado cuenta que está generalizándose el empleo de esta frase pero con la intromisión de un elemento innecesario y absurdo: la preposición "de". Así, se pronunia esta frase: "No me queda de otra". ¿Qué función cumple allí el "de"? Ninguna. Imagino que esta forma expresiva ha venido del extranjero (tal vez de México); al menos sé de una canción hecha en ese país, que justamente se llama así "No me queda de otra", y en su letra dice lo siguiente: "es mas fuerte que mi voluntad / ningun licor de mi pecho la pudo arrancar / voy a volver de nuevo a reconquistarla / pues no me queda mas remedio que adorarla..." La frasecita de marras, que no se ajusta a las reglas, es lo que se conoce en gramática como idiotismo, lo cual, sin embargo -de ser generalizado su uso y, sobre todo, si no genera problemas de entendimiento-, no le quita legitimidad. Pero de que es fea, es fea la frasecita. 

"MACHINES Y HEMBRINIS"


Si usted, por curiosidad, abre el Diccionario de la RAE y dirige su mirada a la página 709, encontrará las acepciones asignadas al adjetivo "Femenino" y podrá darse cuenta de que una de ellas (más que asignadas, endilgadas) es la siguiente: "Débil, endeble". Y, ahora, si va al adjetivo "Masculino" (pág. 991), verá que aparece como "Varonil, enérgico". Definiciones, por donde se las quiera mirar, definitivamente machistas. Pero, desde ahora, eso nunca más. Ya fueron eliminadas. Hay que entender, entre otras cosas, que en el primer caso por falaz y agraviante, y en el segundo por un exagerado narcisimo machista. Buena acción la de la Academia. :)

¿SUBVERSIVO?


Es cierto, en gran medida, lo que dice usted, don Marco Aurelio. Lo felicito. Y admiro, y respeto grandemente sus amplia y profunda erudición en diversos temas, y también sus enseñanzas. Pero, la verdad la verdad, muchas de sus opiniones (casi todas, ¿o todas?) respecto del idioma pueden tener de todo, menos de subversivo. Estimulan el, digamos, justo respeto por el buen decir y el buen escribir, pero a veces (muchas veces, en realidad) tratan de hacernos entender que la corrección en el habla debe ser sinónimo de sometimiento a las reglas impuestas por los académicos. Y no debe ser así. La única regla válida, en cuestiones del idioma, de la comunicación, es el uso, la libertad del uso, y el entendimiento (la comprensión): si lo que hablan o escriben algunos miembros de un grupo social es comprendido por los demás, significa que no existe, allí, problema alguno de lenguaje, de comunicación. Subversivo, válida y legítimamente subversivo, es apostar por la libertad y, de algún modo, por la proscripción de todo aquello que sea o parezca solemne o majestuoso (de reyes o monarcas). Y, ¿quiere que le diga una cosa?, hasta la misma Academia ha resultado menos "papista" que usted; siguiendo las enseñanzas de Horacio, la RAE acepta que el uso es "árbitro, juez y dueño en cuestiones de lenguas", como ha sido siempre y como seguirá siendo. Ah, y algo más: ¿La inteligencia es peligrosa o subversiva? A veces lo es; no siempre. Las ganas de ser libres, sí. Pero eso de que "un programa cultural rectamente entendido es más peligroso que Sendero Luminoso", no solo es falso: es, además, una desbarrancada exageración: ¿La cultura puede ser peor que una asquerosa banda de asesinos? ¡No, señor! La cultura no es sinónimo de infamia.


PALABRITAS Y PALABROTAS JUVENILES

Algunas expresiones más comunes en las conversaciones de los jóvenes actuales: "¡Y nada!". "Obviamente". "De hecho". "Bravazo". Además, claro, de "¡Uon!", "¿manyas?", ¡'ta que!, ¡asuuu!", "¡qué paja!". Y esta, casi insoslayable: "¡La cagada!". Y, naturalmente, el alucinante "¡Alucina!" y la significativa -aunque sin significado preciso- exclamación: "¡Guau!" (o "¡Wow!")

ALERTA

Diario El Comercio (5 de noviembre del 2013): "Lima sería cubierta por el mar en 5 mil años, alerta National Geographic". ¿"Alerta"? ¿O sea la National Geográphic nos está sugiriendo que estemos atentos, vigilantes, que tomemos nuestras precauciones por este peligro? Bueno, alistaremos nuestra mochila, entonces, y pasado mañana comenzamos a ascender por una escalera hacia la Luna, porque dentro de cinco milenios, tú, yo, todos nuestros amigos y los que no son, podríamos morir ahogados. :) Porque, como sabemos, poner en alerta a alguien es, digamos, "poner en autos" a alguien para que esté atento, vigilante, cuidadoso por lo que puede ocurrir (usualmente se habla de peligros). No se trata de un verbo precisamente, puede funcionar como sustantivo, adjetivo o adverbio, pero en el Perú le damos categorìa y uso de verbo y es así como lo ha empleado en El Comercio. Los peruanos decimos, por ejemplo: "Debes alertar a tus hijos de los peligros que hay en las calles". Pero, en fin, creemos que no resulta razonable "alertar" de un presunto "peligro" que va a sobrevenir dentro de cinco mil años. ¿O sí? :)

miércoles, 30 de octubre de 2013

A PROPÓSITO DEL COMPORTAMIENTO SEXUAL EN EL ANTIGUO PERÚ Y LAS PALABRAS.*


A PROPÓSITO DEL COMPORTAMIENTO SEXUAL EN EL ANTIGUO PERÚ (Y ACERCA DE LAS PALABRAS).*

Hubo quienes consideraban que la cultura Moche era "perversa", "degenerada" debido a las representaciones sexuales en su cerámica. En sus huacos (y también en algunos de la cultura Vicus) se representaban diversas poses sexuales, pero también el fellatio o coito bucal (corneta) y el cunilingus ("sopa"); igualmente el coito anal ( o, como diría don Marco Aurelio: "per angostam viam") entre hombres y mujeres y también encuentros homosexuales ("mostaza", según los muchachos), igualmente la masturbación individual o recíproca y el exhibicionismo; también llegaron a representarse relaciones entre animales y una que otra en que aparentemente habría encuentros entre humanos y animales. Los casos de Moche y Vicus son prácticamente los únicos en el antiguo Perú; en líneas generales, los antiguos peruanos eran recatados en esto de representar iconográficamente las relaciones sexuales. Esto, sin embargo, no significa que hayan sido unos santos o cosa parecida; la "cochinadita" existió siempre.

[A propósito de “cochinadita”: “Cochinadita" es simplemente una suerte de sinónimo que todo el mundo (es decir, los que emplean el término) usa en tono humorístico (lo cual es legítimo, le guste o no a algunos) y con una sonrisa de por medio; nunca se le ha dado una connotación negativa, pero siempre se ha tenido el cuidado de enmarcarlo entre comillas. Por lo demás, el apelar a cualquier término para hacer referencia ya al sexo o ya a cualquier otra cosa, es signo de verdadera libertad y, como sabemos, el empleo del idioma se hace o debe hacerse siempre en libertad. Las lenguas han sido siempre lo más democrático que ha podido existir, aún a pesar de académicos.
Claro que hay otro nombre para referirse al acto sexual: copular. Y como decía Alejandro Romualdo, “llamen siempre a las cosas por sus nombres”. Pero, la verdad es que ninguna cosa o acto ha nacido con nombre incorporado. Y no hay un solo nombre para las cosas, para los actos. Aquí en el Perú, por ejemplo, al acto sexual se le llama muy comúnmente, diría que generalmente, no precisamente copular, sino "cachar". Hay gente a la que no le gusta esta expresión, incluso el DRAE hasta ahora no la ha asimilado con este significado. No es actualmente muy usado, pero también al acto sexual se le llamaba "joder" (Gregorio Martínez escribió hace bastante tiempo un delicioso artículo-ensayo al respecto, que fue publicado en Caretas). Otro nombre, que sí es común ahora, es "tirar"; lo usan sobre todo los jóvenes, hombres y mujeres. Creo que sobre todo en provincias, se empleaba y probablemente se usa aún, "brincar". La confusión, respecto de esto o de otras cosas, siempre podrá darse en algunas o muchas personas; pero no por ello los nombres que en tal o cual estrato o grupo social se usen perderán legitimidad.] 

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* Recomiendo el libro de Federico Kauffmann Doig, titulado precisamente "El comportamiento sexual en el antiguo Perú.

"BASE DE DATOS"

Hay un artículo en la Ley 30096 (de delitos informáticos) que, creemos, que debe modificarse sí o sí (el artículo 6º). Se trata de una metida de pata que puede ser peligrosa. Por la idea equivocada que todos tienen acerca de "base de datos", los que redactaron la ley “fregaron” la cosa. Todo el mundo cree que base de datos solo es el almacenamiento electrónico o automatizado de información. Incluso el Diccionario de la Academia considera tal concepto como perteneciente a la Informática: Y, claro es ese el campo en que se dio su aparición. Esto dice el artículo de marras: "El que crea, ingresa o utiliza indebidamente una base de datos sobre una persona natural o jurídica (...) para comercializar, traficar, vender, promover, favorecer o facilitar información relativa a cualquier ámbito de la esfera personal, familiar, patrimonial, laboral, financiera u otro de naturaleza análoga, creando o no perjuicio, será reprimido con pena privativa de libertad (...)". Pero la verdad es que hasta una biblioteca también es una base de datos: un almacén de información; un “Conjunto de datos organizado de tal modo que permita obtener con rapidez diversos tipos de información”. Y, como es obvio, si alguien ingresa, por ejemplo, en una biblioteca pública y obtiene información acerca de alguien y luego la da a conocer con fines "non sanctos", también podría estar cometiendo delito según este artículo o, dicho de otro modo, un juez se vería en la no tan fácil encrucijada de decidir una sentencia. Los periodistas, especialmente aquellos "de investigación", estarían con las manos atadas. Es decir, hay una metida de pata grave en la ley. El artículo debió ser específico: decir, tal vez, algo como esto: "base de datos almacenada en medios, electrónicos o digitales". Porque las bases de datos informáticas no son públicas y merecen reserva y protección legal. Y porque, además, no siempre las definiciones gramaticales son las que deciden.

UN ESPEJO EN EL SUICIDIO DE JOSÉ MARÍA ARGUEDAS

Primera frase de "La utopía arcaica. José María Arguedas y las ficciones del indigenismo", de Mario Vargas Llosa:

"El novelista peruano José María Arguedas se disparó un balazo en la sien -frente a un espejo para no errar el tiro-".

El hecho al que se refiere nuestro novelista es dramático. La forma cómo lo dice, no: es todo lo contrario. ¿Frente a un espejo para no errar el tiro? Ningún suicida necesita de un espejo "para no errar el tiro". Lo que Vargas Llosa puso como primera afirmación en su ensayo "La utopía arcaica" es simplemente absurdo. 

Entiendo que, generalmente, los que se suicidan disparándose en la sien lo hacen con la boca 
del cañón pegada a esa parte lateral de la cabeza; es decir, es descabellado pensar que pueden "errar" en el disparo. Y si lo hicieran con el arma alejada de la sien, mejor dicho con el brazo estirado, sería materialmente imposible que accionaran el gatillo con el dedo índice para que el disparo les dé precisamente en la sien; en ese caso, lo menos inseguro sería si usaran el dedo pulgar, pero aun así la puntería habría de fallar, incluso (o más aún) si, como auxilio, "monitorearan" su acto con un espejo. Un espejo no es ayuda; al contrario, complica las cosas: el disparo termina desviándose. Siempre, en esas condiciones, el disparo se va hacia otra parte, y cuando eso ocurre, el suicida frustrado, suele reconsiderar su decisión, ¿verdad?

José María Arguedas no se puso frente al espejo del baño, donde se suicidó, para lograr el lamentablemente certero disparo. Pudo haberse tratado, más bien (es mi hipótesis), de la "puesta en escena", frente a sus ojos desesperados, del último drama de su vida; quiso ser, digamos, testigo de su propia muerte. Fue, creo, un acto de terrible poesía sin palabras, con el cual el ser humano que fue José María Arguedas quiso decirse: "Puedo hacerlo. Soy dueño de mis actos, a pesar de todo. Mi destino lo hice yo y yo puedo enrumbarlo y también detenerlo". Y la verdad es que logró cambiar su rumbo. Pero no lo detuvo.


¡Grande, siempre, José María! Y lo amamos.

¿ATEO O ATEÍSTA? (TEMA POLÉMICO, SIN DUDA)

El tema de Dios es un tema de fe. Y un tema de fe nada tiene que ver con la evidencia propiamente dicha, y mucho menos con la demostración científica. Hay verdades distintas: verdad filosófica, verdad científica, verdad poética. Hay verdad religiosa. Y todas son verdades válidas. El caso particular de la verdad religiosa es que hay diversas verdades religiosas: según cada creencia. Y la verdad religiosa es la menos absoluta de las verdades existentes; es, más bien, una verdad relativa: válida para quien la profesa y deleznable para quien tiene otra fe, es decir otra verdad. Decirse ateo es una exageración. Quien profesa el ateísmo no es, no puede ser ateo, sino, más bien, "ateísta". Ateo es quien no tiene dios porque simplemente no se da cuenta, no está en condiciones de aceptarlo o de rechazarlo (o de aceptar o rechazar la idea de Dios o de los dioses). El ateísta sí, porque se ha formado en una concepción racional en que cuestiona y niega, con el rigor de sus instrumentos teóricos, la existencia de un ser al que las religiones llaman Dios. El término "ateo" es, me parece, inadecuado. Agnóstico es el que duda, el que racionalmente duda y no quiere o no se atreve o no le importa negar o aceptar en forma absoluta la existencia de Dios.

domingo, 29 de septiembre de 2013

¿FUE "ELECTO" SENADOR?

Electo/elegido; selecto/seleccionado. Confusión entre adjetivo y un verbo en participio:


Dice el blog de la PUCP*: Raúl Porras Barrenechea "Se reencontró con la política activa en 1956 cuando fue electo senador por Lima..." No fue "electo senador". Fue elegido. "Electo" p
roviene del participio irregular del verbo "elegir" pero en este caso no funciona como verbo (no representa acción); es, más bien, un adjetivo. Y, así, se puede decir "Fulano de tal es el presidente electo", pero no "ha sido electo presidente". Digamos que ocurre como con el verbo extinguir: "Se ha extinguido el fuego"; pero no: "El fuego se ha extinto". 

Confusión similar ocurre respecto del verbo "seleccionar": por querer decir, por ejemplo, "poesía seleccionada", dicen "poesía selecta". Por ejemplo, si yo quiero escoger mis poemas para publicarlos, elegiré los mejores (o los que creo que son los mejores) entre los que he escrito y, en tal sentido, los llamaré "poemas seleccionados" ("seleccionado": verbo en participio), pero si los llamo "poemas selectos" ("selecto": adjetivo), estaría calificándolos y poniéndolos al nivel de -por lo menos- lo más grandioso que, en poesía, se ha escrito a nivel nacional, porque, como sabemos, selecto es aquello "(q)ue es o se reputa como mejor entre las cosas de su especie" (DLE); y sería expresión de exagerada inmodestia que yo califique como "selectos" a mis propios poemas. 

Bien, "electo" (o, en femenino, "electa") es el adjetivo que se le asigna a la persona que habiendo sido elegida para una dignidad, empleo, etc., aún no ha tomado posesión” (DRAE). "Juan ha sido elegido", es lo correcto; y no "Juan ha sido electo". Está clariiito, ¿verdad? ("Electo", muchísimo tiempo atrás (no sé si ahora), en España era un sustantivo con el que se nombraba al que encabezaba los motines).

Conclusión: Electo no es lo mismo que elegido, y selecto tampoco es lo mismo que seleccionado.

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*Blog de la PUCP 

sábado, 7 de septiembre de 2013

EN TORNO SUYO.

La expresión "en torno suyo" es aceptada por el Diccionario Panhispánico de Dudas. Es cierto. Veamos lo que dice el Panhispánico de dudas: "En esta locución, el sustantivo torno puede ir seguido o, más raramente, precedido de un posesivo: «Miró en torno suyo para asegurarse de que no le faltaba saludar a nadie» (GaMárquez Amor [Col. 1985])." Dice "sustantivo". Cosa curiosa. "Torno", como sustantivo tiene en el DRAE, estos significados: Máquina simple, armazón giratoria, instrumento, torniquete, freno, vuelta alrededor, movimiento circular, recodo, acción de pasar la adjudicación del remate (Der.). ¿A cuál de estos sustantivos se refiere la "noble y prestigiosa institución matritense", en su Diccionario Panhispánico de Dudas? García Márquez, en la frase citada no emplea ningún sustantivo llamado "torno"; el "torno" que emplea corresponde más bien una locución preposicional cuyo significado es "alrededor de" que, como tal, debe usarse de la manera que conocemos: "en torno de" (o sea: "Miró en torno de sí mismo...") y, claro, también "en torno suyo". :)

DENTRO TUYO


En el caso de la expresión "dentro tuyo" no es solo un problema de la televisión (una amiga hace referencia a un comercial en que alguien usa esta expresión: "Dentro tuyo"). No exageraría si digo que el "dentro tuyo" es empleado por el 99.99% de la población. Lo que ha hecho el comercial de la Coca-Cola es (creo que involuntariamente, por cierto) transmitir una manera de hablar de "todo el mundo". Lo mismo ocurre con "delante tuyo" o "delante mío", y también con "en torno tuyo". Ninguna de estas formas son, naturalmente, correctas y por ello no han sido aceptadas (al menos no hasta ahora) por la Academia. Incluso, por ejemplo, Manuel Seco, de la Real Academia, en su Diccionario de Dudas y Dificultades explica su uso ("En torno del..."; "En torno a...") y, sin embargo, él mismo cae en el uso hasta ahora incorrecto: "La lengua latina se corrompía en torno suyo, por ignorancia, por abandono...." (Advertencia preliminar, pág. IX). O sea, en este caso, al menos en este caso, creo que no estamos precisamente ante un "embestiamiento" (así calificó mi amiga) de los comunicadores sociales, sino -nos guste o no- frente a la progresiva imposición del uso.

viernes, 30 de agosto de 2013

JODIDO O JODIENDO: ¿LA "CABECEADA" DE DON CAMILO JOSÉ CELA?

Muy conocida es esta anécdota dizque protagonizada por Camilo José Cela: 

"Estaba el novelista, que se desempeñaba entonces como senador, dando cabezadas en plena sesión parlamentaria cuando el sacerdote Xirinacs le hizo esta pregunta:

-¿Está usted dormido?

A lo que el Nobel le respondió:

-Monseñor, no estoy dormido, estoy durmiendo.

El religioso le replicó:

-Es lo mismo, ¿no?

-No, monseñor, son cosas distintas -explicó don Camilo-: "No es lo mismo estar dormido que estar durmiendo, de la misma manera que no es lo mismo estar jodido que estar jodiendo".

Efectivamente, no es lo mismo estar jodido que estar jodiendo. Pero conviene tener en cuenta lo siguiente: Esa afirmación solo sirvió en la práctica para darle el toque de humor a una, digamos, media verdad. Me explico. 

Joder, cuando es usado como verbo transitivo significa, entre otras cosas, molestar, fastidiar: "El gobierno está jodiendo al pueblo con sus medidas económicas"; y cuando es usado como intransitivo, la cosa cambia: "Estoy jodido económicamente". En consecuencia, aquí la distinción entre participio y gerundio es clarísima. En cambio "dormir" -para el caso contado en la anécdota- es, como participio o como gerundio, un verbo intransitivo: decir estoy dormido o estoy durmiendo es lo mismo. Dormir es "estar en aquel reposo que consiste en la inacción o suspensión de los sentidos y de todo movimiento voluntario" (DRAE), y quien está "dormido" o "durmiendo", se encuentra, sin más ni más, "en aquel reposo". 

Probablemente (o, mejor dicho, improbablemente, porque no hay manera de demostrarlo) lo que don Camilo quiso decir es que no se encontraba en ese estado de "inacción o suspensión" de sus sentidos, es decir, que estaba despierto pero a punto de dormirse, tal vez por el aburrimiento que causan algunas peroratas parlamentarias, en otras palabras: que se encontraba amodorrado (soñoliento).

Dije que para el caso de la anécdota (y, claro, para la generalidad de los casos), el verbo "dormir" es intransitivo y por ello, usado como participio o como gerundio significa lo mismo. Pero también se da el carácter transitivo en otras circunstancias, y aquí la cosa cambia. Ejemplo: Cuando un mentalista, como Tony Kamo, está hipnotizando a un personaje en la televisión, es correcto decir que "lo está durmiendo". Y, como es fácil de entender, este verbo en gerundio es completamente diferente a "estar dormido".

La de don Camilo sería, por cierto, una de sus más geniales anécdotas, que las tiene varias, en verdad. Pero es solo una anécdota, nada más.

martes, 27 de agosto de 2013

ESTOS PLURALES


Por regla gramatical, el plural de los sustantivos en castellano se forma agregando al final de la palabra "s" o "es": mesa = mesas; pan = panes. Esta regla, sin embargo, no se cumple absolutamente con todos los sustantivos: ómnibus, por ejemplo, palabra a la cual -por obvias razones- no sería dable ponerle una "s" al final porque esta se duplicaría innecesaria y absurdamente ("ss"); pero tampoco procede que se le agregue "es" ya que se produciría una grave alteración fonética en el sustantivo, que daría lugar a que de ser, como es, una palabra esdrújula, se convierta en aguda: "omnibús(es)". Por ello, solo es necesario anteponerle un artículo o un adjetivo demostrativo expresado en plural (los, unos; estos, esos, aquellos). Los sustantivos a los que tampoco debe agregarse "s" o "es", son los apellidos en español (cosa que sí ocurre en lengua inglesa): "los Castillo" y no "los Castillos". Y si frente a nosotros tenemos un batallón de militares en que todos tienen el grado de Alférez ¿cómo debiéramos referirnos a ellos? En plural, naturalmente; y es lo que hace todo el mundo. Pero la pronunciación de este plural es medio incómoda y por ello es que muchos dicen "los alfereces" (/alferéces/) porque "suena bien". Sin embargo, ateniéndonos a la regla (y a lo explicado respecto de "ámnibus"), la manera legítima es esta: "Alféreces". Y además de incómodo suena feo, ¿no?

LUCIR

Leído en el diario Gestión: "Las reservas internacionales suman US$ 279,000 billones, con lo que el ratio de cobertura es 1.1 veces, cuando en el periodo 2007-08 era de 3 veces, haciendo que el país luzca más débil que muchos otros emergentes." (martes 27 de agosto 2013, p. 20, cuarta columna; artículo de The Economist" traducido por Antonio Yonz Martínez). Veamos, los significados que se le da al verbo "lucir" (DRAE): brillar, resplandecer; sobresalir, aventajar; iluminar, comunicar luz y claridad...Ninguno tiene connotación negativa, sino todo lo contrario. Lo que puso el traductor sería equivalente, más o menos, a esto: "...haciendo que el país muestre el resplandor de su debilidad". Obviamente, no es eso lo que quiso decirse en el artículo aparecido en el periódico norteamericano, es decir, no corresponde a la traducción correcta. Sin embargo, hay que tener en cuenta una cosa. No se trata solo de un problema de traducción; el uso del verbo "lucir" con el significado opuesto a aquellos que recoge el DRAE, no es aislado: muchos incurren en él. Si este uso, que adolece de incorrección, llegara a generalizarse y, digamos, imponerse, en el futuro terminaría legitimándose, como ha ocurrido con otras voces que originalmente tuvieron un significado opuesto. Por ejemplo: mariscal, que en la Edad Media era el "sirviente de los caballos" (Marh-scalc) y posteriormente se convirtió en un grado o título militar de más elevado nivel, de altísimo honor.

lunes, 26 de agosto de 2013

DESCHAVAR

Ensayando una audaz incursión en el terreno de la lingüística y empleando, digamos, un tono medio “saussureano”, el gran Enrique Verástegui –en una nota publicada en el único número de Eros, la revista del inolvidable Isaac Rupay- trató de dar una explicación al verbo “deschavar”: 

“Probablemente la palabra tenga su origen más remoto en chapa, o quizá –improbablemente- en tapa. El significado puede variar o ser el mismo, pero las formas del significante proliferan en cadenas asociativas por generación espontánea. El sintagma es un círculo infinito: una estación de la finitud. Destapar, dechapar, deschavar = enseñar”. 

Y antes de este desarrollo conceptual, nuestro poeta elaboró una caracterización aún más ambiciosa: 

“Deschavar o mejor: deschave es un juicio implacable en el habla peruana. Si queremos desenmascarar algo, lo deschavamos, vamos a deschavarlo. Lo soltamos. Si lo deschavamos hemos realizado un deber, hacemos uso de un derecho que nos concierne por ley tácita. Deschave es por tanto, una categoría real para el habla peruana." 

Interesante.

Su uso en el Perú tiene varias décadas; desconozco cuántas, pero, por ejemplo, Lauro Pino ya lo había incluido en su librito Jerga criolla y peruanismos, que es de 1968. Pero, a pesar de que, por el uso que le damos, podemos considerarlo como peruano, lo cierto es que este verbo no nació en nuestro país, sino en Argentina, y su edad -¡uf!- es difícil de determinar. En un libro aparecido en 1928, Carlos Raúl Muñoz y Pérez, al que le decían “El Malevo Muñoz”, publicó unos versos que eran cantados como tango y cuyo título era “Cacho del recuerdo”, y allí encontramos esto: “Suelo a veces curda, cuando estoy de farra / deschavar cantando, mi vida ruflera…”. Antiguo, pues. 

Lo que expresa nuestro poeta Verástegui, al tratar de asociar el verbo deschavar con deschapar y destapar, tiene sentido en realidad si consideramos los aspectos fonético y semántico propiamente dichos. Sin embargo, un estudioso como es Enrique Chiapara, autor de Glosario lunfardo, estima que el origen del verbo en cuestión, se encuentra en el italiano “schiavare”, cuyo significado en español es “abrir forzando”. Pero, como sabemos, el deschave forzado solo se da cuando se confiesa algo por presión externa (un interrogatorio policial, por ejemplo). Y la verdad es que el deschave (o el deschavarse) no siempre se da en esas condiciones; también se produce estimulado por la buena voluntad: una declaración de amor, por ejemplo. Es decir, también es sincerarse voluntariamente.

Sea como fuere, deschavar es un verbo legítimamente asimilado por el habla peruana. Pero, ojo, también es empleado en Cuba, solo que con esta salvedad: allí se le da el significado de “comportarse con desenfado y atrevimiento en determinada situación” (que, como se ve, tiene mucho que ver con aquello de ser sincero) y el DRAE lo recoge como “Deschabar” (usando “b” en lugar de “v”).

 

 

miércoles, 21 de agosto de 2013

¡CHINO MACACO!

En "El habla culta", el espacio que la doctora Martha Hildebrandt tiene en El Comercio (lunes, 19 de agosto, 2013), se dice que el término "macaco" con el que popularmente se designaba en el siglo XX a los chinos en el Perú, proviene del gentilicio de Macao. No es así: el gentilicio es macaense. El origen real de aquel apelativo está, más bien, en el nombre mismo del puerto ubicado en el sur de China. Se trata de una deformación del término evidentemente con propósito despectivo y sobre todo burlón, y tal vez queriendo asociarlo a cierto género de primates. La explicación la encontramos en Juan de Arona, el autor del Diccionario de peruanismos, pero no en esa publicación que es de 1882, sino en La inmigración en el Perú, que es de 1891. En la página 92 aparece lo siguiente: "Es curioso ver desfilar por las calles de Lima esas hileras de hombres extraños, de piel amarilla, de ropa suelta, y en quienes lo más saltante era la luenga trenza prendida de la nuca, las facciones, la lengua que hablaban, y el calzado de género realzado como el coturno antiguo, por una doble y triple suela de espeso fieltro. Los mataperros los seguían gritándoles: ¡chino Macao! apodo tomado de uno de los puertos de procedencia, y que ha prevalecido hasta hoy." "Macaco" sería, en consecuencia, una corrupción de "Macao". No proviene de un gentilicio, ni mucho menos es un gentilicio. Según Lauro Pino (Jerga criolla y peruanismos, 1968) este término despectivo, "macaco", también es usado en Ecuador, México y Panamá. No nos consta. 

martes, 20 de agosto de 2013

NO ES UN "JEANS"

Además de las famosas "combis asesinas" que ya, felizmente, están en camino a la desaparición (al menos es lo que esperamos), los vehículos que a principios de los años ochenta comenzaron a circular por las avenidas de Lima -reemplazando a los microbuses tradicionales (de la línea "Covida", por ejemplo) cuyas carrocerías eran generalmente fabricadas en los talleres de "Scania", "Morillas", etc.- fueron unos carros para transporte público, ni tan grandes como los ómnibus, ni tan chicos como las camionetas rurales. Eran, son, los carros a los que se les conoce como "minibuses" y que -muchos de ellos- son de la marca Toyota, empresa transnacional que, si no me equivoco, fue la que les dio el nombre que todos conocemos y que todos pronunciamos digamos "incorrectamente". A ese nombre que proviene de la lengua inglesa le hemos endilgado una "infiel" pronunciación e incluso escritura que -¡sorpresa!- también tiene origen anglosajón. Pero con la única salvedad: esta pronunciación (y escritura) corresponde, en "propiedad", a una palabra que designa a una marca de "Jeans". ¿Saben cuál es? Custer. Y la pronunciamos así: "cúster". Y el nombre correcto de los vehículos aludidos es, en realidad, "Coaster" y, ¿cómo suena o debe sonar?. Más o menos así: "cóuster". Y no "cúster".


La pregunta: ¿Es realmente incorrecto lo que prácticamente todo el mundo hace en nuestro medio, al pronunciar "cúster" y no "cóuster" para referirse al tipo de vehículos mencionado? No, no es incorrecto. Se trata de una legítima castellanización o, más precisamente, peruanización del vocablo de marras; y nadie nos lo puede prohibir.

La pronunciación "cúster" (y su escritura), para designar al tipo de carros aquí referido, puede convertirse, en cualquier momento,  en un aporte peruano, en un peruanismo, sin ningún problema. Así que adelante nomás, paisanos, que al fondo hay sitio.

"LA SOBERBIA ES UNA DISCAPACIDAD" (¿LO DIJO JOSÉ DE SAN MARTIN?

Si acudimos a Google, encontraremos esta frase atribuida a José de San Martín, el Libertador: "La soberbia es una discapacidad que suele afectar a pobres infelices mortales, que se encuentran de golpe con una miserable cuota de poder". Una frase rotunda, incontestable, definitiva. Una verdad. 

No pongo (¡qué va!) en duda su autoría, pero si de algo estoy más seguro es de que el ilustre argentino no dijo o no escribió la frase tal como aparece en el Internet. ¿Saben o, mejor dicho, se imaginan por qué?

Respuesta: La frase de José de San Martín ha sido, digamos, "traducida" al castellano de nuestra época. El no dijo -no podía haber dicho- que la soberbia era una "discapacidad". El término es muy reciente. Tengo un diccionario de 1913 que no lo registra y tampoco aparece en mi "Pequeño Larousse Ilustrado de 1988. El DRAE lo consigna recién a partir de su edición del 2001.



lunes, 19 de agosto de 2013

¿SÍ? ¡NO!


Escuché a alguien en la televisión que dijo esto (lo transcribo casi textualmente): "Tengo que esforzarme más y dar todo de sí". Veamos. El "sí" que empleó este muchacho (un torero español que participa en uno de esos "realytis" celestinos) es un pronombre personal que el DRAE lo define como forma reflexiva de tercera persona, y que se usa "en los casos oblicuos de la declinación en ambos géneros y números, siempre con preposición". Por ejemplo: "Le echaron agua fría en el rostro y volvió en sí". Como se ve, el sujeto aludido en el ejemplo es una tercera persona y puede corresponder a cualquiera de los géneros (masculino o femenino) y, en este caso, la preposición empleada es "en". Si se empleara (obvio, en una oración referida a otra cosa) la preposición "con", no se diría "con sí", sino "consigo". Ejemplo: "Pedro se alejó, llevándose consigo el regalo que le entregué". Como dijimos, citando al DRAE, el pronombre del que nos ocupamos se emplea en la declinación en ambos números (singular y plural), como en este ejemplo: "Las chicas del seleccionado de Vóleibol dieron todo de sí". Repetimos en otras palabras: tercera persona del masculino o femenino y del singular o plural. Nunca en primera o segunda persona. Lo que el muchacho español dijo en la televisión (ojo: no es el único, porque muchos lo hacen) fue, pues una barbaridad (uso el término muy familiar para don Marco Aurelio  ). El uso correcto del pronombre en primera persona, para expresiones similares a la que dio pie a esta nota, es el que aparece en este ejemplo: "Me esforzaré y daré todo de mí". Y si lo que se quiere decir es algo como el ejemplo de Pedro, diremos esto: "Me alejé llevándome conmigo el regalito". Y, bueno, para la segunda persona el pronombre es "ti" y si se usa la preposición "con", será "contigo".

domingo, 11 de agosto de 2013

AMERITAR, MERITAR, MERITUAR.

 Ameritar: Hacer méritos, buenas obras, ser digno de premio. No sé en cuántos países se emplee este verbo, pero es aceptado como un americanismo. Hay, también, otro verbo: merituar. Es comúnmente usado en el terreno judicial, en nuestro país, sin embargo, aún no ha sido recogido por la Academia. Tiene mucho que ver con meritar, que también es "hacer méritos". Pero, en realidad, merituar no es precisamente hacer méritos, sino digamos "buscar méritos": evaluar, examinar, sopesar con el objeto de encontrar esos méritos, valorarlos; por ejemplo, en las pruebas, es decir, determinar si merecen ser tomadas en cuenta en un proceso para la decisión final del juzgador.

MENTAR A LA MADRE



Por si acaso, no se vayan a escandalizar (en Facebook he visto que ha ocurrido, y hasta se han burlado del periódico). 

 

 Lo que aquí, en el diario Trome, aparece está bien escrito. Se puede decir: "Juan mentó a la madre", pero muchos yerran cuando dicen, por ejemplo: "Juan menta a la madre". Recuérdese que el verbo "mentar" -como también "cimentar"- se conjuga como "acertar". En consecuencia, en el presente indicativo de estos verbos, conjugados en primera, segunda y tercera persona, siempre sonará una "i" que casi todo el mundo soslaya: “Yo miento, tú mientas, el mienta, ellos mientan..." 

 

Cuando lo conjugamos en los demás tiempos, desaparece la “i”: “Yo menté, yo mentaré, tú mentaste, ellos mentaron…”; también con el presente indicativo de la primera persona, pero en plural: “Nosotros mentamos…”

 

(Leamos el Diccionario. Allí encontramos la siguiente indicación: “Conjug. c. acertar.”. Es decir, se conjuga como el verbo acertar, y se define como: “Nombrar o mencionar a alguien o algo”).






martes, 16 de julio de 2013

"SHILCO TORO"

Un amigo escritor me preguntó, vía correo electrónico: "Me puedes decir qué significa la palabra SHILCO? De niño escuché en un pueblo del Callejón de Conchucos hablar del SHILCO TORO una canción que se tocaba en las corridas.". Aquí mi respuesta:

"Te cuento. En mi provincia no se usa el término Shilco o, al menos, no recuerdo haberlo oído. Es evidente que se trata de una voz quechua. No sé cuál puede ser el sentido que le dan en algunas zonas del Callejón de Conchucos, donde has escuchado esta expresión: "Shilco toro". Quiero aventurar una explicación: Podría ser algo así como "toro puntiagudo" (aludiendo a las astas). Pero, repito, es solo una explicación lanzada al aire, sin mayor sustento, pero de algún modo relacionada con lo que paso a referir. González Holguín en su Vocabulario de la lengua quechua (1608) registra lo siguiente, lo transcribo textualmente: "Sillccuni hallppini" (Rascuñar (sic) a otro o arañar); sillccuni (dar rasgos en ropa, o en carne); ssillcuscca hallpiscca (el rasguño, lo rasguñado). En Tayabamba (La Libertad) se usa el término quechua "Shilco" para nombrar a lo que conocemos como cadillo o "amor seco", que es una planta silvestre con unas semillas que tienen unas púas muy delgadísimas que se pegan a la ropa. Entre lo que registra González Holguín y la voz de Tayabamba hay creo cierta relación: el rasguño supone la acción de una suerte de "púas" que raspan (las uñas de un gato, por ejemplo). Y si hablamos de púas, la asociación con las astas del toro estaría explicada, creo yo. Pero también hay esto: el Huandoval (Pallasca) se conoce como "shillca" al "brote" que aparece en los tubérculos (papas, básicamente) que han quedado en una chacra después de la cosecha (María del Carmen Cuba: Vocabulario de Huandoval; lo cual coincide con "chillkiy" que en el quechua de Chachapoyas significa precisamente "brotar" (Gerald Taylor: Estudios lingüísticos sobre Chachapoyas). En un bello huayno de Pastorita Huaracina, también se emplea esta voz: "Ay, shillco, shillco, niraq cholo...".

Mi amigo el escritor replicó: "Diste en el clavo...Eso es: "Shilco toro", toro que con sus astas, rasguña, hiere la carne del torero. Yo también conozco el cadillo (shilco), pero no me convencía mucho su significado. Con lo de González Holguin, queda claro."

RICARDO PALMA, EL “ILUSTRE TRADICIONALISTA PERUANO”

Por el hecho de haber escrito las famosas Tradiciones Peruanas, a don Ricardo Palma por todas partes lo nombran como nuestro “ilustre tradicionalista”.

Veamos lo que dice el DRAE: 

Tradicionalista: Que profesa el tradicionalismo o es partidario de él. Tradicionalismo: Doctrina filosófica que pone el origen de las ideas en la revelación y sucesivamente en la enseñanza que el hombre recibe de la sociedad.

Tradicionista: Narrador, escritor o colector de tradiciones. Tradición: Transmisión de noticias, composiciones literarias, doctrinas, ritos, costumbres, etc., hecha de generación en generación. Noticia de un hecho antiguo transmitida de este modo.

¿Don Ricardo Palma, tradicionalista? No, señores. Tradicionista, eso es lo que fue nuestro gran escritor.

SALÍRSELE EL INDIO

La doctora Martha Hildebrandt, en El Comercio del día 13 de junio ("El habla culta"), escribió acerca de la expresión "salírsele (a uno) el indio" y cita la definición que da el Diccionario de Americanismos: "enfurecerse, encolerizarse"; seguidamente hace una referencia al origen de la denominación de indio aplicada a los habitantes de nuestro Continente, que "se explica por una confusión, pues Colón -al llegar a América- creyó haber llegado a la India". 

Sin duda, todo lo dicho por nuestra muy enterada lingüista es cierto. Sin embargo, creo que le faltó algo: explicar la razón por la cual se hace referencia precisamente a los habitantes nativos de América para designar la expresión de un estado de ánimo alterado o comportarse con grosería (que es también lo que esa expresión significa). Yo, particularmente, creo que se debe a esto: a la población indígena americana, especialmente andina, no solo se la ha considerado secularmente como una "raza inferior" sino, además, hosca, "mal educada", grosera. Así, "salírsele el indio" a alguien significaba precisamente eso: ponerse grosero "como groseros son los indios". Se trata, creo yo, de una frase infamante.

¿CONSEJO O CONCEJO?



En un muro del Facebook se ha hecho esta pregunta: ¿Por qué Concejo Municipal se escribe con "c" y Consejo Regional con "s". Alguien (cuya respuesta ha sido celebrada), ha afirmado que ello se debe a que en un caso los integrantes son "consejeros" y en el otro "concejales". 

Veamos. Concejo (o Concejo Municipal), que es sinónimo de "ayuntamiento", de "municipio" o de "casa consistorial", se escribe con "c" no porque sus miembros sean "concejales" (Perú se escribe con "P" no porque los que hemos nacido aquí seamos peruanos, sino al revés: somos peruanos porque hemos nacido en el Perú). La explicación respecto de Consejo Regional, por razones obvias, es similar. El tema referido a la distinción que existe entre Concejo, que se escribe con "c" y Consejo, con "s", es de carácter etimológico y se aborda considerando la "lingüística histórica" o la filología. Y así tenemos que Concejo proviene del latín "concilium" (ahí está la "c"), y Consejo de "consilium" (también latín).

Ahora, respecto de las funciones del Concejo Municipal, que es la reunión de los miembros del Concejo, y del Consejo Regional (órgano normativo y fiscalizador de los gobiernos regionales), aparentemente son similares en cuanto a responsabilidades y atribuciones, y en tal sentido lo correcto sería que ambas corporaciones sean llamadas "consejos" porque, en buena cuenta la reunión de los miembros en cada caso se da para "dar consejos" a la autoridad (el alcalde o el presidente), tomar acuerdos respecto de decisiones que habrán de adoptarse, para el distrito o provincia en un caso o para la región en otro.

El empleo de concejo" con "c", es obvio, tiene que ver con una suerte de "inercia" motivada por el nombre de la "casa" (la casa consistorial), como a la inversa ocurre, por ejemplo, con "iglesia": del nombre de la "asamblea" o "congregación de fieles" pasó a ser el nombre del edificio destinado al culto.


Si decimos: la vacancia de un alcalde debe ser acordada en consejo municipal no estaríamos cometiendo ningún error sino, al contrario, esa afirmación sería acertada y dicha con toda propiedad. Pero no sería correcto decir "Concejo regional" porque en este caso no estamos hablando de un ayuntamiento, de un municipio, de una "casa consistorial".

HOLOCAUSTO

HOLOCAUSTO. Hace un par de meses, en un programa matutino de Frecuencia Latina, Beto Ortiz habló con la doctora Martha Hildebrandt acerca de algunas fallas expresivas puestas de manifiesto el ex presidente Alejandro Toledo, una de ellas respecto de la pronunciación de "Holocausto". Una duda giró en el ambiente y no fue resuelta: ¿Qué significa etimológicamente esta palabra? Bien, se trata de un vocablo formado por dos voces latinas: "holo" que significa "todo" y "caustum" traducible como "quemar". Quemar todo". Es decir, holocausto -que era un ritual en antiguo Israel ("un buey de la vacada, un carnero y un cordero primal, para el holocausto") y que en pleno siglo XX se convirtió en el más perverso de los sacrificios a que fueron sometidos muchísimos judíos por las hordas nazis- deberíamos traducirlo literalmente, etimológicamente, como "quemar totalmente". Es lo que se hacía en la antigüedad con algunos animales, según cuenta la Biblia; y lo que que ocurrió en Alemania por órdenes del más repudiable de los engendros humanos. Cosa que no debe volver a ocurrir jamás.

lunes, 25 de febrero de 2013

MIEMBRO, NO MIEMBRA.

Veamos: "Miembro. (Del lat. membrum). 1. m. Cada una de las extremidades del hombre o de los animales articuladas con el tronco. 3. m. Parte de un todo unida con él. 4. m. Parte o pedazo de una cosa separada de ella. 7. com. Individuo que forma parte de un conjunto, comunidad o cuerpo moral.” (DRAE). Como se ve, la primera acepción corresponde a las extremidades “del hombre o de los animales”. Es decir, los brazos son miembros (superiores) y las piernas también son miembros (inferiores). De la acepción mencionada se derivan (por la evidente analogía) las siguientes: “parte de un todo unida con él”, “parte o pedazo de una cosa separada de ella” y también “individuo que forma parte de un conjunto, comunidad o cuerpo moral”. ¿Si los brazos (género masculino) son miembros, las piernas deberían, acaso, ser “miembras” debido al género femenino que les corresponde? No, de ninguna manera. Por ello es que las personas (o individuos, como dice el Diccionario) que integran una comunidad o cuerpo moral son, igualmente, miembros, se trate de varones o de mujeres. Afirmar que “Juana y Mercedes son miembras del gremio de confeccionistas” sería –como suele decir don Marco Aurelio- una barbaridad, pues. Hay quienes consideran que, en aras de la “inclusión”, debiera proscribirse el empleo “machista” del término objeto de esta nota y de una vez por todas darse legitimidad al uso de “miembras”. Propuesta descabellada sin duda. Sería como proponer, por ejemplo, que, al referirnos a la persona de nuestra mayor confianza, aquella que nos ayuda a resolver algunos asuntos en el trabajo, digamos –si se trata de una mujer- que es, no nuestro brazo derecha (que es lo usual y correcto), sino “nuestra braza derecha”. Absurdo, completamente absurdo. Ah, pero no imposible, porque –como sabemos, y yo lo he repetido insistentemente en otras oportunidades, el uso manda y si este desagradable uso se impone –democráticamente, como siempre ocurre en cuestiones del idioma-, en algún momento nos chocaremos con declaraciones machistas y cacofónicas como esta: “Mi hembra es miembra del Club de Libertarios”. Por ahora, caballero nomás.

lunes, 7 de enero de 2013

GRINGASHO

A diferencia del diminutivo empleado en las regiones centro y sur del Perú, que se forma con el sufijo “cha” (Manuelcha, Valicha, Josecha), en la zona de Pallasca -y también en gran parte de la extensión que abarca la sierra de los departamentos de La Libertad y Cajamarca y parte de Amazonas, y en algunos lugares de la costa, como Trujillo, por ejemplo, se genera con el sufijo “asho”, “asha”: “cholasho”, “niñasha”, "gringasho". Así, "gringasho" viene a ser el equivalente o sinónimo de "gringo chiquito" o "gringo que es niño". No es como, por ejemplo, decir "gringuito" que tiene significación de diminutivo propiamente dicho (gringo chiquito) pero también de hipocorístico (que se usa como designación cariñosa, familiar o eufemística). El sonido que representamos con el dígrafo “sh”, sin embargo, también se emplea para darles una forma afectiva (es decir, de hipocorístico) a los nombres, para lo cual se genera una alteración mayor a la producida en el anterior caso (reducción y reemplazo fonético), como puede verse en los siguientes ejemplos: César, “Shesha”; Santiago, “Shanti”; Rosa, “Rosha”.