jueves, 14 de septiembre de 2017

¿HABLAR COMO SE ESCRIBE?

Tal vez siguiendo el consejo del crítico francés Charles Augustin Sainte-Beuve, Manuel González Prada en algún modo puso en práctica e insinuaba como receta el "escribir como se habla". De allí que en sus discursos encontremos expresiones como estas: "s'escurre", "espresión", "estrae", "multicoloras", "surjieron" "L'acritud", etc. Probablemente muchos consideren que era una propuesta ambiciosa y tal vez justa; yo, en cambio, creo (disculpen la imprudencia) que se trataba solo de una anarquista travesura 

¿Hubo quienes siguieron el consejo del autor de "Pájinas libres"? Sí (o parece que sí). Claro, pero, curiosamente, solo para graficar literalmente (con letras, quiero decir), el modo de hablar de gentes de niveles digamos socialmente bajos, de la gente humilde (especialmente, la gente del campo). A manera de ejemplo, expongo aquí solo dos casos: Ciro Alegría en Los perros hambrientos y Antonio Gálvez Ronceros en Monólogo desde las tinieblas.

Del escritor huamachuquino me permito transcribir lo siguiente: "Que se llaman así, PUE hay una historia, YESTA es QUIUNA viejita tenía dos perros: el uno se llamaba GÜESO y el otro Pellejo. Y JUE QUIUNDÍA la vieja salió e su casa con los perros, YENTÓN llegó un ladrón y se metió bajo e la cama. GOLVIÓ la señora PO la noche y se puso a acostarse. El ladrón TABA calladito AY esperando QUELLA se durmiera PA AUGALA SILENCITO...".

Del narrador chinchano, esto: "Como les habían cobrado un sol por cada planta de yuca, una de las negras empezó a quejarse:
-Cómo ETÁN LO tiempo… ¡A SÓ cada planta E yuca!
Y mirando el cielo agregó:
-Y con ETE SÓ.
Como en ese instante su burra se desvió del camino, demandó colérica:
-¡Só, BORICA!
Enderezó al animal y prosiguió la marcha.
La otra anduvo largo trecho pensativa. Al cabo habló en tono de sentencia:
-En ETA vida hay TRE CLASE DE SÓ: SÓ de PRATA, SÓ de cielo y SÓ de BORICA
."

Las siguientes preguntas surgen espontáneas: ¿Solo la gente "inculta" habla así, de este modo "atípico", de modo distinto a como se escribe? ¿Los cultos, en cambio, sí son respetuosos de las formas escriturales y hay correspondencia entre su hablar y su escribir? ¿Un abogado o un juez, por ejemplo al Hábeas Corpus le dicen exactamente como aparece escrito, y no pronuncian, más bien, "habias corpus"? ¿Cuando leemos una frase como esta: "No sé qué vine a hacer aquí", la pronunciamos tal como está escrita -"no sé qué-vine-a-hacer-aquí"-, o es que oralmente lo que decimos es esto "No sé qué vinihacer aquí"? ¿Respecto del verbo "delinear", decimos "de-li-ne-e-mos" o "deliniemos"? ¿Quién dice, realmente, "crema vol-te-a-da" y no "crema voltiada"? ¿Decimos, acaso, "vol-te-e-mos la página", o "voltiemos la página"? 


Salvo González Prada, que tuvo la osadía o, más precisamente, la interesante e imaginativa "desvergüenza" de "escribir como hablaba" él mismo y no otro, la verdad es que los demás escritores, según he podido constatar, son extremadamente refinados con lo que es suyo, pero se muestran sueltos de huesos cuando de lo que se trata es de "transcribir" lo que sería el habla de los demás, sobre todo de la gente "inculta", de los humildes (ya puse un par de ejemplos); obviamente, se debe a que entienden que aquellas personas hablan "mal" y que eso sí merece ser resaltado por pintoresco. Equidad injusta, pues, ¿no es cierto? ¿O me equivoco?

miércoles, 13 de septiembre de 2017

¿LOS PERROS LADRAN, SANCHO?



¿Quién no ha escuchado y repetido aquella tan famosa frase que, con algunas variaciones, dice: "Los perros ladran, Sancho; es señal que avanzamos (o cabalgamos)"? Prácticamente todos (yo la conocí cuando comenzaba la secundaria). Y lo hacemos no solo para estimularnos o estimular a algún amigo frente a las críticas de los demás, sino como una demostración de que somos "gente leída" (o sea, cultos) y por ello casi siempre remarcamos: "Como dijo el Quijote:...".

 

Pero la verdad es que esa frase nunca fue dicha, durante sus alucinantes andanzas, por el ingenioso hidalgo que inventó don Miguel de Cervantes Saavedra, es decir, no aparece en ningún renglón de su valiosísima novela; se trata, pues, de una frase que inexplicablemente se la atribuyó al personaje nacido de la imaginación del escritor español: en otras palabras, es una frase apócrifa. 

 

La expresión popular que sí tiene su origen (digamos, documentado) en la novela cervantina es aquella de "no le busques tres pies al gato"; en el capítulo XXII de la primera parte, encontramos esto: "Váyase vuestra merced, señor, Norabuena su camino adelante, y enderécese ese bacín que trae en la cabeza, y no ande buscando tres pies al gato". Pero si de perros se trata, aquí hay otra frase, que también es cervantina, pero que -como respecto de la anterior- a nadie se le ocurre otorgarle los créditos al gran "manco de Lepanto"-; la encontramos en el Capítulo XXXII: "¡A otro perro con ese hueso! -respondió el ventero-".


Bueno, ¿y cómo y cuándo comenzó a ser aceptada por la gente como frase cervantina, aquella de "los perros ladran"? Imposible saberlo. Sin embargo, es altamente probable la hipótesis según la cual se trataría, más bien, de una derivación de lo que escribió Johann Wolfgang von Goethe -el autor de "Fausto"- en uno de sus poemas, de 1808, titulado "Ladrador". Leamos la aludida frase del poema: "Pero sus estridentes ladridos, sólo son señal de que cabalgamos". 


¿No les parece razonable y nada descabellada la hipótesis? 

Yo creo que sí, que es razonable; y por ello me atrevo a dar este imprudente consejo a los leídos lectores: Digan, mejor, que si los perros ladran es porque vamos avanzando en trote, como lo insinuó el gran Goethe.


Aquí el poema del alemán, en español:

 

LADRADOR


En busca de fortuna y de placeres
Más siempre atrás nos ladran,
Ladran con fuerza…
Quisieran los perros del potrero
Por siempre acompañarnos
Pero sus estridentes ladridos
Sólo son señal de que cabalgamos.

 

Y aquí en alemán:

 

 

KLÄFFER


Wir reiten in die Kreuz und Quer
Nach Freuden und Geschäften;
Doch immer kläfft es hinterher
Und billt aus allen Kräften.
So will der Spitz aus unserm Stall
Uns immerfort begleiten,
Und seines Bellens lauter Schall
Beweist nur, daß wir reiten.

 

 

domingo, 23 de abril de 2017

¿JERMA O JERMU?

Un amigo lingüista de La Católica me hizo este comentario: "No está bien lo que se hace en nuestro país: decir "jerma", para referirse a la mujer; lo que debiera decirse es -como dicen en Argentina- "jermu", pues esta es la correcta inversión de la palabra". Yo le contesté, sin mayor explicación, que, efectivamente, estaba en lo cierto: la inversión correcta de la palabra mujer es "jermu" y no "jerma". No sé si quedó contento o al menos satisfecho. Pero, bueno, aquí pasaré a dar la explicación que creo es pertinente. 

En el habla popular es muy común el empleo de la jerga o la replana, generalmente como un ejercicio de "economía expresiva" y a veces con propósitos crípticos; lo primero, porque estas expresiones "vulgares" suelen ser muy breves, y lo segundo pues se busca que no todos sepan de qué se está hablando, a qué se alude. 

Hay, entre otros, dos procedimientos en la "invención" de los vocablos "replanescos" o la jerga: una, por analogía fonética (chaufa, para decir chao; zanahoria, por sano; mozaico, por mozo); y dos, por metátesis, o alteración en la ubicación de las sílabas que casi siempre implica inversión de la palabra (lleca, por calle; ñoba, por baño; choborra, por borracho). 

La que ocurre con "jermu", en Argentina, es precisamente esto último: por metátesis, la palabra "mujer" se convirtió, al alterarse la posición de sus sílabas, en "jermu"; es decir, mujer al revés (o en "vesre"). Y, ahora, ¿qué pasó en el Perú?, ¿de dónde salió la "a" final que acabó sacando de su lugar a la "u"? Pues por lo siguiente. Una de las características del signo lingüístico es la arbitrariedad (no hay una ley digamos natural o de otra índole que obligue a que las palabras se construyan de tal o cual manera o que tengan determinado significado; esto solo responde a la voluntad de los hablantes); y por esta arbitrariedad ocurrió que los argentinos solo procedieron a invertir la palabra "mujer" sin alterar nada más, convirtiéndola en "jermu", y los peruanos, en cambio, preferimos poner la "a" al final en lugar de la "u", para lograr que se mantenga lo "femenino" de la palabra generada por metátesis: "jerma". (Hasta se dan casos -en cuanto a analogía fonética- medio "descabellados", pero también legítimos: "cayetano" por "calle", en que la "y" reemplaza al dígrafo "ll"). 

Por lo comentado, resulta absurdo decir que haber convertido en el habla popular peruana la palabra "mujer" en "jerma" está mal o es incorrecto, y que lo hecho en Argentina sí está bien. No. Ambas formas son correctas. En temas de lenguaje, en asuntos del habla, no tienen que cumplirse las leyes de la matemática como esta que dice "el orden de los factores no altera el producto", pues al cambiar el orden de produce una alteración de las formas en casos como estos de que estoy hablando; sin embargo el resultado -su significado- siempre será válido y aceptado porque "así lo quiere el uso, árbitro, juez y dueño en cuestiones de lengua" (Horacio, poeta latino). 

BOLUDO Y PELOTUDO

Me parece completamente inconsistente la explicación que da el autor del artículo (Un poco de historia: de dónde provienen las palabras“boludo” y “pelotudo”).

Para comenzar es notoria la incongruencia entre la referencia histórica que hace acerca del uso de las "bolas" o "pelotas" de piedra en las "Guerras de la Independencia" argentina, y el significado con que usó una de esas expresiones un diputado en 1890. Veamos. Cuenta que "los pelotudos, haciendo gala de una admirable valentía" (...) les pegaban a los caballos (de los españoles) en el pecho, que de esta manera rodaban y desmontaban al jinete y provocaban la caída de los que venían atrás", y enseguida los lanceros terminaban pinchando a los enemigos. Es decir, el empleo de esas "armas pétreas" era sumamente eficaz, pues quienes las usaban salían airosos. Sin embargo, más abajo el artículo dice que un diputado ("allá por la década del ’90) afirmó que "no había que ser pelotudo en referencia a que no había que ir al frente y hacerse matar". ¿En qué quedamos? ¿Los "pelotudos" (que llevaban las pelotas de piedra en la batalla) "con admirable valentía" lograban su objetivo de desmontar a los jinetes enemigos para que seguidamente los lanceros los eliminen, o es que iban al frente para "hacerse matar"? Me parece absurdo e incoherente.

Bien. Lo único rescatable de la nota del argentino sería la explicación que da sobre el origen de la palabras "boludo" y "pelotudo" pero solo en cuanto a su construcción o más, concretamente, su derivación de bola y pelota; mas no respecto del significado que ahora tienen (aparentemente desde 1890, por el uso que hizo el diputado aludido), que es "necio o estúpido".

¿Por qué digo esto? Porque decir "boludo" o "pelotudo" en el sentido de necio o estúpido, nada tiene que ver, en realidad, con las pelotas de piedra grande o las boleadoras o bolas que usaban -en las guerras de la Independencia argentina- los "pelotudos" y "boludos", respectivamente. ¿Saben por qué? Porque, en primer lugar, estas expresiones de origen argentino asignadas ahora, repito, a los necios o estúpidos, corresponden al tipo de palabras que para muchos oídos resultan "malsonantes", puesto que (y aquí va el "segundo lugar" de mi explicación) "pelotas" y "bolas", en este caso, traen a la mente la alusión a los "huevos" como sinónimo vulgar, grotesco, soez o atrevido de "testículos", y que en el Perú, por ejemplo, da lugar a que a la persona lerda, estúpida, "caída del palto", se le llama "huevón".

En conclusión: ser pelotudo o boludo, es ser "huevón" (al que, además, se le dice a veces, a manera de pregunta insolente: "¿Acaso te pesan las bolas?"). Con la significación que nosotros conocemos ahora, y los argentinos también, "boludo" y "pelotudo" tienen que ver con las "bolas de carne" (testículos) y no con las de piedra, de la época de la Independencia "gaucha".

El artículo que aparece en la página "buenavibra.es", en consecuencia, no aporta casi nada interesante, en verdad. 




¿TIRANTES? ¡LOS DE ANTES!


Un amigo me pidió un comentario acerca de los tirantes del puente "Solidaridad". Aquí lo poco que pude decir al respecto:


"Ah, claro: los tirantes. Que, por cierto, nada tienen que ver con aquellas cintas que servían para sostener de los hombros los pantalones de nuestros abuelos y que algunos jóvenes tratan de volver a poner en moda. Pero, sí, los tirantes que se usa en Ingeniería Civil también sirven para sostener: Son cables gruesos, generalmente de metal que en puentes como el llamado "Solidaridad" (y también en el "Rayitos de sol", del centro de Lima) sujetados a una columna sirven para ayudar a mantener la horizontalidad del tablero del puente (es decir, la vía por la que se camina o por la que discurren los vehículos); pero no precisamente para preservar la verticalidad de la columna o pilar, ya que esta condición -la del pilar- se asegura con el grado de profundidad del hoyo en que está "clavada" y del correcto uso de la plomada por parte de sus constructores (en lo que sí sirvan para mantener la verticalidad, es -como todos hemos visto- en las elevadas antenas de radio que existen en diversos puntos de la ciudad). Cuando el suelo en que se apoya el extremo del puente que cruza un río se desmorona y cede por efecto de la humedad (como pasó con el puente "Solidaridad") y los tirantes no tienen la suficiente resistencia, lo que ocurre es, simplemente, que el puente, por ese extremo, cae; esto es lo que ocurrió con el puente desplomado del que todo el mundo no dejó de hablar durante toda una semana (como ocurre siempre, pues: una semana es la duración promedio del entretenimiento indignado -diálogos, chistes, cuestionamientos, insultos, maldiciones, condenas, indignación ante los diarios colgados con ganchitos de ropa en los quioscos- por cada hecho, digamos escandaloso, que acontece en nuestro país, hasta que luego viene la calma y la ansiosa espera de una nueva noticia, para el desborde catártico). 🌝 :)

miércoles, 5 de abril de 2017

RETROCESO OPROBIOSO Y ABERRANTE (Desprotección a la comunidad LGTB)

El Artículo 46° del Código Penal, antes de ser modificado, señalaba como circunstancias agravantes del delito: "ejecutar el delito bajo móviles de intolerancia o discriminación DE CUALQUIER ÍNDOLE". El Decreto Legislativo 1323 hace que ese artículo deje de ser genérico, y establece precisiones puntuales; ya no alude a móviles "de cualquier índole" sino, más bien, los indica con nombre propio: "origen, raza, religión, sexo, ORIENTACIÓN SEXUAL, IDENTIDAD DE GÉNERO, factor genético, filiación, edad, discapacidad, idioma, identidad étnica y cultural, indumentaria, opinión, condición económica, o de cualquier otra índole". La derogatoria del Art. 1° del Decreto Legislativo 1323 y la consiguiente restitución de la vigencia del literal d) del numeral 2 del artículo 46 del Código Penal resulta, en mi opinión, algo inocuo. Por qué: porque señalar entre las circunstancias agravantes del delito, por ejemplo, el tema de la "orientación sexual o de identidad de género" es solo una precisión digamos "para que no queden dudas", puesto que hablar de móviles de intolerancia o discriminación "de cualquier índole" involucra a todos, incluidos los que he puesto en mayúsculas. En cambio, el asunto que me parece lamentable e inadmisible es el que encontramos en la pretendida restitución de la vigencia del Artículo 323 del Código Penal, con eliminación de su modificatoria por parte del Decreto Legislativo en cuestión. El Código Penal consideraba como delito la discriminación o la incitación o promoción en forma pública de los actos discriminatorios basados en motivos de distinta índole sin considerar entre estos los referidos a ORIENTACIÓN SEXUAL e IDENTIDAD DE GÉNERO; el Decreto Legislativo que lo modificó, en cambio, sí los incluye. Pero con el proyecto de ley ahora aprobado por la Comisión de Constitución se volvería al estado anterior, lo cual nos hace pensar, simple y llanamente, que quienes lo han promovido quieren que la legislación penal peruana siga condenando la discriminación por motivos de carácter racial, religioso, sexual, de factor genético, filiación, edad, discapacidad, idioma, identidad étnica y cultural, indumentaria, opinión política o de cualquier índole, o condición económica (lo cual está bien), pero al mismo tiempo buscan que sea admitida o tolerada la discriminación cuando esta se base en motivos de ORIENTACIÓN SEXUAL o de IDENTIDAD DE GÉNERO pues según lo que proponen esto ya no será delito. Es decir, si finalmente se aprobara el proyecto de ley de marras, legalmente todas las personas deberán merecer respeto y aceptación, y no ser de ningún modo discriminadas, pero no las personas homosexuales (en otras palabras, discriminar por razones de orientación sexual o de identidad de género sí será válido). El proyecto de ley promovido por los fujimoristas es un retroceso oprobioso y aberrante.

domingo, 2 de abril de 2017

ENTRE DESPLOMARSE Y CAERSE


No es por dar la contra a los indignados ni por querer solidarizarme con José Luis Justiniano Martínez, el vapuleado Gerente de Infraestructura Vial de Emape. Solo quiero -una vez más- meterme en el a veces espinoso pero siempre grato y apasionante terreno de las palabras y sus significados, para hablar, ahora (con el riesgo de terminar desplumado en el intento) de aquello que el "pocas pulgas" funcionario municipal dijo hace una semana, tratando de acomplejar a un reportero y de hacer quedar mal al no minúsculo número de hombres de prensa que hay en nuestro país con eso de que " usted no me ve a entender quizás nunca, porque usted es periodista".
Bueno, el tema a tratar ahora es este: CAERSE y DESPLOMARSE.
Comencemos con una pregunta: Si un edificio se cae, ¿también se desploma? Ya escuché (o, mejor dicho, adiviné) la respuesta, que es acertada. Obvio, pues: también se desploma. Es que estamos ante dos verbos que -como usted sabe- son sinónimos: lo que se cae se desploma (como esto: lo que baja, desciende). Juan perdió la conciencia y, ¡saz!, se desplomó sobre el pavimento. Clarísimo. Indiscutible. Repito: caerse y desplomarse son sinónimos.
Ahora pasemos a otra interrogante, tal vez un poquito más complicada: ¿Lo que se desploma siempre se cae? Obvio, la respuesta que -estoy seguro- recibiré de todos y en coro es esta: Sí, lo que se desploma siempre se cae, porque desplomarse y caerse son sinónimos.
Bien, ahora me toca a mí intentar una respuesta. Aquí va: Lamento desmentirles, paisanos: la verdad es que no todo lo que se desploma se cae. ¿Por qué? Por una sencilla razón (razón que, en esta explicación, nada tiene que ver con asuntos de ingeniería civil o cosas por el estilo sino, solamente, de semántica lingüística). He aquí la explicación: Todos los sinónimos del verbo pronominal “caerse” tienen que ver necesariamente (ya de forma directa o aproximada) con la idea de “venirse abajo” (hundirse, abatirse, desplomarse, derrumbarse, desmoronarse, desprenderse, derribarse, despeñarse, rodar, descender, resbalarse, tropezar. dar de bruces, perder el equilibrio, besar el suelo, romperse las narices, venir a tierra, etc.). Sin embargo, no todos los sinónimos del verbo “desplomarse” tienen esa misma significación, no todos tienen que ver con “caerse”, con “venirse abajo”; también están estos sinónimos: inclinarse, desviarse, torcerse, tumbarse. Es evidente o, mejor dicho, estoy seguro, que el ingeniero Justiniano eso es lo que quiso decir. ¿Saben por qué? Porque la primera acepción del verbo desplomar, en su forma transitiva, que registra el Diccionario Oficial es esta: “Hacer que una pared, un edificio u otra cosa PIERDA LA POSICIÓN VERTICAL”; y la segunda, en su forma pronominal (desplomarse), es esta: “Dicho especialmente de una pared o de un edificio: Caerse, PERDER LA POSICIÓN VERTICAL”.
Ahora veamos de dónde viene esto. Viene de “plomo”, pero no del elemento químico de número atómico 82, sino del instrumento que usan los trabajadores de la construcción para señalar la línea vertical y poder, de ese modo, evitar que las columnas y paredes de los edificios que están construyendo resulten inclinadas, es decir, que no queden “hasta las patas”.
Esa es la razón por la que el ya famoso y caricaturizado ingeniero Justiniano Martínez decía que hablaba “técnicamente”, agregando, insolente y medio ofuscado: “usted no me va a entender quizás nunca, porque usted es periodista”.
O sea, en resumen: no todo lo que se desploma se cae. ¿Hace falta un ejemplo, para graficar la cosa? Sí, pero el ejemplo no puede ser el “Puente Solidaridad”, porque ese sí, efectivamente, se ha caído y, por consiguiente, desplomado. El ejemplo es otro, más valioso y bello; una maravilla, en realidad. Está allá en Italia. A su nombre, el gran poeta peruano Luis Hernández, le agregó esto en un hermoso poema: “Et cinis et cilicium”, y mucho antes que él, Ezra Pound (en cuyo homenaje fue escrito el poema referido), puso esto entre paréntesis: “alabaster, not ivory”. Todos saben a qué me refiero: a la Torre de Pisa, que es precisamente eso a lo que aludía al hablar “técnicamente” el ingeniero Justiniano: una torre desplomada, que no se ha caído. Es decir, una torre que solo está inclinada, que "ha perdido su posición vertical" (DRAE).
(Listo. Ahora espero huaicos, caídas y desplomes, sobre mi mísera humanidad). :)

¿CURRÍCULUM O CURRÍCULO?

 Ambas palabras son válidas: la primera, en latín; y la segunda, con el mismo origen, pero ya estrictamente castellanizada. ¿Alguna diferencia? Sí, en los significados. 1) "Currículum" se usa para nombrar a la "relación de los títulos, honores, cargos, trabajos realizados, datos biográficos, etc., que califican a una persona" (DRAE), y normalmente se la usa unida a elemento final (también latino) "vitae", dando lugar al sintagma "Curriculum vitae", con el mismo significado (que podemos resumirlo en: "hoja de vida de una persona"). También -y es legítimo hacerlo y, de hecho, todo el mundo lo hace- se puede emplear el sustantivo "currículo" para referirse a lo mismo: "¿Vas a la entrevista de trabajo? No olvides de llevar tu currículo". (Muchos comprimen la locución en las iniciales: CV) 2) Currículo. Si bien es cierto, como ya dijimos, también significa lo mismo que "currículum" (en cuanto a "hoja de vida"), hay algo en lo que se da una diferencia sustancial: en la designación que esta palabra ya castellanizada hace de lo que conocemos como "plan de estudios" o también el "conjunto de estudios y prácticas destinadas a que el alumno desarrolle plenamente sus posibilidades" (DRAE). Es posible que algunos profesores y alumnos universitarios usen -para referirse a la "malla curricular"- la palabra "currículum", pero creemos que debe ser una ínfima minoría o, en todo caso, muy esporádicamente (y, algo más: la Academia no la ha asimilado con esa acepción). 3) Resumiendo podríamos decir, en líneas generales, esto: Ambas palabras son válidas y como tal aceptadas, pero curriculum es sinónimo de "hoja de vida", y currículo lo es de "plan de estudios". 4) Finalmente esto: debido a que -aunque su origen está en el Latín- el plural de currículo y de currículum es currículos, pues son palabras aceptadas como castellanas. :)

PUNTUACIÓN A LA CARTA


Un amigo me contó que en la carta de un restaurante encontró un montón de errores de puntuación, y que al hablar sobre el tema con el “jefe de los garzones”, este le contestó que no había problema pues en aquella carta “se dejaba entender lo que se ofrecía”.

Esto es lo que le dije a mi amigo: Le doy toda la razón a ese jefe de garzones.

Mi amigo quiso conocer el porqué de mi afirmación. Aquí mi respuesta:

«Hay, es indudable, una infracción de las “reglas de puntuación”, y esas faltas legítimamente nos causan pavor a quienes conocemos un poquito siquiera de eso. Pero hay que considerar una cosa: En cuestiones referidas al manejo de las lenguas, en su uso, lo principal no es precisamente la "legalidad" (cumplimiento de normas o reglas escritas) sino, digamos, la "legitimidad" (que es un poquito difícil de definir pero que, en líneas generales, tiene que ver con una suerte de consenso que en ciertas circunstancias se da: la aceptación y hasta podríamos decir la "conveniencia" de ciertos comportamientos). Qué quiero decir con esto: En temas de comunicación, si es que el mensaje es comprendido quiere decir que la cosa va bien, que se ha cumplido eficazmente la finalidad del acto comunicativo. Ergo: en ciertas circunstancias, lo horroroso de la mala puntuación es solamente algo pintoresco o "infeliz" pero no de gravedad cataclísmica. Bueno para la anécdota (y acaso también para la indignación de algunos) pero inocuo para el idioma, para la preservación de la lengua. Te cuento: Hace unas dos o tres semanas, un amigo me llamó la atención por una serie de palabras sin tilde que yo había puesto en un post; supongo que él pensó que -a pesar de que tengo mi "Consultorio del idioma”- yo manejaba mal el tema de la acentuación. Tuve que explicarle. La razón estaba en que yo había comenzado a usar un "Smartphone" sin saber cómo se hace para poner las tildes; cuando alguien me indicó cómo se hacía pude volver al terreno de la "legalidad" idiomática 😀. El tema de la puntuación incorrecta y, más que eso, la falta de puntuación ya prácticamente es pan de cada día en los "mensajes de texto" que todo el mundo envía a través de los celulares y, sin embargo, todo el mundo entiende lo que allí en esos medio "patafísicos" textos se dice y en los que, incluso, se colocan emoticones. ¿Diríamos que con los emoticones se daña la comunicación? El doctor Artidoro Cáceres cree que sí (lo escuché en un programa de don Marco Aurelio Denegri). Pero no, la comunicación -el lenguaje- no se daña con esos simpáticos aportes; solo se enriquece».