Un amigo me contó que en la carta de un
restaurante encontró un montón de errores de puntuación, y que al hablar sobre
el tema con el “jefe de los garzones”, este le contestó que no había problema
pues en aquella carta “se dejaba entender lo que se ofrecía”.
Esto es lo que le dije a mi amigo: Le
doy toda la razón a ese jefe de garzones.
Mi amigo quiso conocer el porqué de mi
afirmación. Aquí mi respuesta:
«Hay, es indudable, una infracción
de las “reglas de puntuación”, y esas faltas legítimamente nos causan pavor a
quienes conocemos un poquito siquiera de eso. Pero hay que considerar una cosa: En
cuestiones referidas al manejo de las lenguas, en su uso, lo principal no es
precisamente la "legalidad" (cumplimiento de normas o reglas
escritas) sino, digamos, la "legitimidad" (que es un poquito difícil
de definir pero que, en líneas generales, tiene que ver con una suerte de
consenso que en ciertas circunstancias se da: la aceptación y hasta podríamos
decir la "conveniencia" de ciertos comportamientos). Qué quiero decir
con esto: En temas de comunicación, si es que el mensaje es comprendido quiere
decir que la cosa va bien, que se ha cumplido eficazmente la finalidad del acto
comunicativo. Ergo: en ciertas circunstancias, lo horroroso de la mala puntuación es
solamente algo pintoresco o "infeliz" pero no de gravedad cataclísmica. Bueno
para la anécdota (y acaso también para la indignación de algunos) pero inocuo
para el idioma, para la preservación de la lengua. Te cuento: Hace unas dos o
tres semanas, un amigo me llamó la atención por una serie de
palabras sin tilde que yo había puesto en un post; supongo que él pensó que -a
pesar de que tengo mi "Consultorio del idioma”- yo manejaba mal el tema de
la acentuación. Tuve que explicarle. La razón estaba en que yo había comenzado
a usar un "Smartphone" sin saber cómo se hace para poner las tildes;
cuando alguien me indicó cómo se hacía pude volver al terreno de la
"legalidad" idiomática 😀.
El tema de la puntuación incorrecta y, más que eso, la falta de puntuación ya
prácticamente es pan de cada día en los "mensajes de texto" que todo
el mundo envía a través de los celulares y, sin embargo, todo el mundo entiende
lo que allí en esos medio "patafísicos" textos se dice y en los que, incluso, se colocan emoticones. ¿Diríamos que con los emoticones se daña la
comunicación? El doctor Artidoro Cáceres cree que sí (lo escuché en un programa
de don Marco Aurelio Denegri). Pero no, la comunicación -el lenguaje- no se
daña con esos simpáticos aportes; solo se enriquece».
No hay comentarios:
Publicar un comentario