No es por dar la contra a los indignados ni por querer solidarizarme con José Luis Justiniano Martínez, el vapuleado Gerente de Infraestructura Vial de Emape. Solo quiero -una vez más- meterme en el a veces espinoso pero siempre grato y apasionante terreno de las palabras y sus significados, para hablar, ahora (con el riesgo de terminar desplumado en el intento) de aquello que el "pocas pulgas" funcionario municipal dijo hace una semana, tratando de acomplejar a un reportero y de hacer quedar mal al no minúsculo número de hombres de prensa que hay en nuestro país con eso de que " usted no me ve a entender quizás nunca, porque usted es periodista".
Bueno, el tema a tratar ahora es este: CAERSE y DESPLOMARSE.
Comencemos con una pregunta: Si un edificio se cae, ¿también se desploma? Ya escuché (o, mejor dicho, adiviné) la respuesta, que es acertada. Obvio, pues: también se desploma. Es que estamos ante dos verbos que -como usted sabe- son sinónimos: lo que se cae se desploma (como esto: lo que baja, desciende). Juan perdió la conciencia y, ¡saz!, se desplomó sobre el pavimento. Clarísimo. Indiscutible. Repito: caerse y desplomarse son sinónimos.
Ahora pasemos a otra interrogante, tal vez un poquito más complicada: ¿Lo que se desploma siempre se cae? Obvio, la respuesta que -estoy seguro- recibiré de todos y en coro es esta: Sí, lo que se desploma siempre se cae, porque desplomarse y caerse son sinónimos.
Bien, ahora me toca a mí intentar una respuesta. Aquí va: Lamento desmentirles, paisanos: la verdad es que no todo lo que se desploma se cae. ¿Por qué? Por una sencilla razón (razón que, en esta explicación, nada tiene que ver con asuntos de ingeniería civil o cosas por el estilo sino, solamente, de semántica lingüística). He aquí la explicación: Todos los sinónimos del verbo pronominal “caerse” tienen que ver necesariamente (ya de forma directa o aproximada) con la idea de “venirse abajo” (hundirse, abatirse, desplomarse, derrumbarse, desmoronarse, desprenderse, derribarse, despeñarse, rodar, descender, resbalarse, tropezar. dar de bruces, perder el equilibrio, besar el suelo, romperse las narices, venir a tierra, etc.). Sin embargo, no todos los sinónimos del verbo “desplomarse” tienen esa misma significación, no todos tienen que ver con “caerse”, con “venirse abajo”; también están estos sinónimos: inclinarse, desviarse, torcerse, tumbarse. Es evidente o, mejor dicho, estoy seguro, que el ingeniero Justiniano eso es lo que quiso decir. ¿Saben por qué? Porque la primera acepción del verbo desplomar, en su forma transitiva, que registra el Diccionario Oficial es esta: “Hacer que una pared, un edificio u otra cosa PIERDA LA POSICIÓN VERTICAL”; y la segunda, en su forma pronominal (desplomarse), es esta: “Dicho especialmente de una pared o de un edificio: Caerse, PERDER LA POSICIÓN VERTICAL”.
Ahora veamos de dónde viene esto. Viene de “plomo”, pero no del elemento químico de número atómico 82, sino del instrumento que usan los trabajadores de la construcción para señalar la línea vertical y poder, de ese modo, evitar que las columnas y paredes de los edificios que están construyendo resulten inclinadas, es decir, que no queden “hasta las patas”.
Esa es la razón por la que el ya famoso y caricaturizado ingeniero Justiniano Martínez decía que hablaba “técnicamente”, agregando, insolente y medio ofuscado: “usted no me va a entender quizás nunca, porque usted es periodista”.
O sea, en resumen: no todo lo que se desploma se cae. ¿Hace falta un ejemplo, para graficar la cosa? Sí, pero el ejemplo no puede ser el “Puente Solidaridad”, porque ese sí, efectivamente, se ha caído y, por consiguiente, desplomado. El ejemplo es otro, más valioso y bello; una maravilla, en realidad. Está allá en Italia. A su nombre, el gran poeta peruano Luis Hernández, le agregó esto en un hermoso poema: “Et cinis et cilicium”, y mucho antes que él, Ezra Pound (en cuyo homenaje fue escrito el poema referido), puso esto entre paréntesis: “alabaster, not ivory”. Todos saben a qué me refiero: a la Torre de Pisa, que es precisamente eso a lo que aludía al hablar “técnicamente” el ingeniero Justiniano: una torre desplomada, que no se ha caído. Es decir, una torre que solo está inclinada, que "ha perdido su posición vertical" (DRAE).
O sea, en resumen: no todo lo que se desploma se cae. ¿Hace falta un ejemplo, para graficar la cosa? Sí, pero el ejemplo no puede ser el “Puente Solidaridad”, porque ese sí, efectivamente, se ha caído y, por consiguiente, desplomado. El ejemplo es otro, más valioso y bello; una maravilla, en realidad. Está allá en Italia. A su nombre, el gran poeta peruano Luis Hernández, le agregó esto en un hermoso poema: “Et cinis et cilicium”, y mucho antes que él, Ezra Pound (en cuyo homenaje fue escrito el poema referido), puso esto entre paréntesis: “alabaster, not ivory”. Todos saben a qué me refiero: a la Torre de Pisa, que es precisamente eso a lo que aludía al hablar “técnicamente” el ingeniero Justiniano: una torre desplomada, que no se ha caído. Es decir, una torre que solo está inclinada, que "ha perdido su posición vertical" (DRAE).
(Listo. Ahora espero huaicos, caídas y desplomes, sobre mi mísera humanidad). :)
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