viernes, 19 de junio de 2015

¡HABLA, BATERÍA!

"Batería", en el habla popular y familiar de Lima (de gran parte, según parece, y hasta en un programa de televisión) es, ahora, sinónimo de amigo ("¡Hola, batería!"), de "causita". Su origen, sin embargo, no es ese sinónimo precisamente. Como muchas expresiones -con significado distinto del que inicialmente tuvieron- el uso de "batería" en el sentido que ahora tiene comenzó a darse en los bajos fondos, en el lumpen y más precisamente -intuyo- en los grupos o bandas de delincuentes. Un grupo o banda de individuos "fuera de la ley" comenzó a ser nombrado por sus integrantes como "batería". ¿Por qué "batería"? Obviamente porque quisieron (y se logró) trasladar -por analogía y, por cierto, casi involuntariamente- al campo semántico de esos estratos sociales la primera acepción que tiene el término: "Conjunto de piezas de artillería dispuestas para hacer fuego". Como es fácil entender, una banda de delincuentes es precisamente "un conjunto de piezas dispuestas para... atacar, asaltar, robar...". La primera vez que escuché hablar de "batería" en el sentido al que estoy refiriéndome, fue hace muchos años, cuando un traficante de tierras de la zona de Lima Este, a quien acababa de conocer, me comentó que estaba organizando un "sindicato de desocupados" con el objeto de "gestionar" (léase "exigir" y, más concretamente, "extorsionar") trabajo para sus asociados, recurriendo a empresarios de la construcción. Este individuo decía sentirse seguro de lo que buscaba porque tenía a su favor a "una batería brava". Me mencionó varios nombres, sin duda todos malandrines (uno de los mencionados fue el conocido "loco Aldo"). Pero, se me preguntará, qué tiene que ver grupo o banda con amigo o causita. Bueno, se trata de un asunto de derivación simplemente. Ocurre, por ejemplo, con la ya casi desusada expresión de la jerga peruana "collera", cuyo significado es pandilla o grupo íntimo de amigos (Cf. Lauro Pino: Jerga criolla y peruanismos). Y, como sabemos, collera es eso, el grupo, pero -repito, por derivación-  también es el individuo del grupo: "Juan es mi collera". ¿Estamos de acuerdo? ¡Habla, batería! 😆

jueves, 18 de junio de 2015

¿"NUESTRO" NOVELISTA "MAYOR"?


Alguien, ante una afirmación nuestra, negó que Mario Vargas Llosa fuera nuestro mayor novelista, y otra persona rechazó el que digamos que es "nuestro". Aquí la respuesta que dimos: (Vargas Llosa) Sí es el novelista mayor del Perú. Del Perú; o sea: nuestro. Y el "nuestro", en realidad, no deriva de la perversión del habla oficial, sino de la "perversión" del habla común, del habla popular. Se trata de un pronombre cuyo uso, en casos como el presente, no corresponde precisamente al posesivo, ya que se emplea únicamente para aludir o hacer referencia a quien -como lo somos los demás- es también de nuestro país, pero -por añadidura y a diferencia de los demás- es, digamos, emblemático o representativo, o simplemente más notorio que muchos otros. Podrán decirme que Vargas Llosa no es emblemático. De acuerdo, diremos que no es emblemático. Podrán decirme que no es representativo. De acuerdo, diremos que tampoco es representativo. Pero, ¿podrán decirme que no es notorio, más notorio que muchos otros novelistas peruanos? Y, la verdad, no solo es notorio, sino, también, es un novelista importante, muy importante, al menos hasta ahora. El Premio Nobel no es la copa del "Mundialito de El Porvenir", ¿o sí? El hecho que los sentimientos o las pasiones de algunos o muchos peruanos estimule el rechazo al autor de La Fiesta del Chivo, no hará que deje de ser notorio, no será causal del deterioro de su importancia ni mucho menos que deje de ser peruano. Por eso, insisto, Vargas Llosa es NUESTRO novelista. Generador de simpatías y antipatías (por temas ajenos a la literatura), pero -aun así- nuestro novelista. ¿O no?

NO SOLO EN EL AJEDREZ: ENROCAR.

En nuestro país el uso del término "enrocamiento", obviamente derivado de "enrocar", nada tiene que ver con "enroque", palabra que corresponde al ajedrez. Porque, para nosotros, enrocar no solo es el "movimiento defensivo en que el rey y la torre del mismo bando cambian simultáneamente su posición", o las acciones análogas que en otro terreno suelen practicarse (enroque de ministros, por ejemplo); para nosotros también es colocar rocas en los taludes o vertientes como medida de protección o para lograr más solidez en algún trabajo de ingeniería civil o de suelos, por ejemplo. Es decir, estamos ante un verbo con dos significados: enrocar (de enroque -término ajedrecístico-; y de enrocamiento -colocación de rocas-); Y el uso de este término, por su frecuencia, ya está prácticamente legitimado. Solo falta que la Academia haga lo suyo: incluirla en el DRAE, ya como peruanismo o americanismo (porque, ojo, también en México se usa "enrocamiento" con el mismo significado que le damos nosotros). Ah, y también en España (cuna de nuestro idioma y sede de la ilustre institución matritense -como la llama don Marco Aurelio- el término enrocamiento es usado con acepción distinta a las consideradas por el DRAE. Allí se le ha asignado, además de "enroque", los de "inmovilidad" en el sentido de atornillarse al cargo, de incapacidad de aceptar los cambios (algo así como conservadurismo) y también el de "hacer oídos sordos" a los reclamos. Es que la comunicación de las personas no se da o ,mejor dicho, no tiene por qué darse únicamente cumpliendo las reglas o mandatos de la Academia; es, más bien, la Academia la llamada -caballero nomás- a aceptar, asumiéndolo (en su debido tiempo, claro),como legítimo, el uso y los significados que los pueblos les dan a las palabras, porque sabe y está convencida -como enseñó Horacio, el poeta latino- que es "el uso, árbitro, juez y dueño en cuestiones de lengua".