sábado, 11 de julio de 2015

¿PALABRA VIOLENTA?

La palabra no es violenta, no es sinónimo de violencia. Muchas palabras han sido creadas con propósitos violentos (para la confrontación, para el ataque, incluido el insulto). Y muchas también, teniendo digamos otros propósitos, son empleadas como armas, es decir, violentamente. Pero este uso que puede muy bien ser admitido como legitimo es el que menos efecto genera o, dicho de otro modo, los efectos que genera no son precisamente los buscados; solo -si algo positivo podemos atribuirle- contribuye a una suerte de "ablución" emocional o de la conciencia, en otras palabras, a la catarsis. Pero la palabra no es -estoy convencido- un arma, es, mas bien, una herramienta. Y construye. Comunicarse es construir. Y la palabra -creo que ahora va haciéndose mas evidente- es también hacedora de cambios. La palabra, expresión noble de nuestra esencia humana y no la exudación de nuestra naturaleza animal. Palabra: arcilla del poeta!

"GRIEGO"


El poeta Tulio Mora, en su “muro” del Facebook puso lo siguiente: "Nunca averigüé por qué mi abuela Josefina llamaba griegos a los que daban la contra". Al leer tal cosa recordé que en mi tierra, Pallasca, también nuestras abuelas, empleaban ese término, claro, con sentido y significación distintos a los que le corresponde por su condición de adjetivo gentilicio. Pero ellas no aludían precisamente al "dar la contra" sino a la terquedad de algunas personas -especia
lmente niños-, que "no querían entender razones". Y, en tal sentido, las abuelas (y recuerdo haberlo escuchado en la voz de mi madre, también) decían: "¡Este muchacho es bien griego!". Se trataba en este ejemplo, creo que obviamente, de un niño al que querían "corregirlo" llamándole la atención por alguna falta, resondrándole y, sin duda, dándole consejos que, sin embargo, "le entraban por una oreja y le salían por la otra". "No entender razones" y, ciertamente, el uso curioso del gentilicio que menciono, probablemente, tenía que ver, creo que obviamente, con la asociación digamos por analogía que se hacía con la alusión a una lengua extraña y como tal desconocida que se suponía (con acierto, naturalmente) difícil de entender. Respecto de este tipo de muchachos (que "no entendían razones") se decía, también, "son de rigor"; o sea, que solo con medidas severas podría lograrse que entiendan. (Una precisión conveniente: en realidad, como bien señaló Tulio, los tercos generalmente son también "contreras" -o viceversa- .
Gracias, Tulio, por haber logrado que venga a mi memoria este término ("griego") y su muy particular uso pallasquino. ¡Bacán!