Efectivamente, como dice la RAE, "el masculino gramatical funciona como término inclusivo en referencia a colectivos mixtos, o en contextos inespecíficos". Cierto. Es que se trata (y así ha sido siempre) de eso, nada más: de un masculino "gramatical" y no de un masculino "sexual". Entiendan bien, "revolucionarios antimperialistas del lenguaje" (es decir, "enemigos del macho"): el decir, por ejemplo, "todos los niños" no atenta contra la sexualidad femenina; el clítoris no va a convertirse en pene. El "todos" es absolutamente inclusivo, porque incluye a varones, mujeres y a transgéneros, etc.
Es absurdo e innecesario proponer (como quieren algunas afiebradas "oenegés") la "e" como reemplazo de la "a" y la "o", y decir "todes". Y creo que más absurdo y exagerado es usar "@" y también "x", como grafías "inclusivas".
La lengua no solo es un instrumento escrito, una estampa para verla, mirarla o admirarla; si está escrita, hay que leerla y también pronunciarla oralmente, hablarla. ¿Cómo, díganme, por favor, deben pronunciarse expresiones como estas: "todxs", "niñ@s"? ¿Habrá que retorcer, tal vez, los labios y la lengua de un modo medio monstruoso o caricaturesco a ver si así sale un sonido que "satisfaga" a "todos, todas y todes"? La unión de estas dos consonantes "dx" no tiene sonido específico o, mejor dicho, identificable (no es como, por ejemplo, son los dígrafos "ll", "ch" o "rr"); mucho menos lo tiene el signo de arroba (@). Entonces, pues, como dicen los mexicanos, "no manchen", queridos "cheguevaras" tardíos y desenfocados. El suelo aún está parejo; no quieran barbecharlo inútilmente si no tienen buena semilla para sembrar.[1]
En fin, el tiempo y las aguas lo dirán. En estas cosas no hay -por lo menos no ahora- nada que pueda -con eficacia- oponerse a lo que vaya a ocurrir en el futuro con la lengua: el uso -no la imposición de "oenegés”, academias o gobiernos- será, como ha sido siempre, lo que decida. Por ahora, solo se exponen opiniones, y lo de la RAE y lo mío solo son eso: simples opiniones.
Si quieren seguir usando estas pintorescas novedades posmodernas, háganlo: nadie puede prohibirles. Si, tarde o temprano, el llamado "lenguaje inclusivo" llega a imponerse, pues se impondrá, y su uso, entonces, será válido y legítimo; la legitimidad (lo he dicho siempre) la otorgan -recuérdenlo bien- los hablantes y no las instituciones académicas, tampoco las “oenegés”.
Conclusión: Lingüísticamente hablando, no hay razones valederas para cuestionar ni rechazar el llamado "lenguaje inclusivo" (la lingüística no está para dictar directivas, órdenes o consignas, ni mucho menos prohibiciones): el uso es la única autoridad que decide la permanencia o desaparición de las expresiones y los modos cómo nos expresamos; nadie más, ni la RAE.
Pero, claro, no
hay autoridad que pueda impedir nuestras opiniones personales. Y, por cierto,
la opinión mía es la que sigue. Las formas propuestas (y que algunos quisieran
imponer) como expresión de "lenguaje exclusivo" (estas, por
ejemplo: todxs", "niñ@s") no son más que reverendas pachotadas
(aberraciones, en realidad) de cuya imposición definitiva no estoy muy seguro.
¡Un abrazo! Ah, y, por favor, no vayan a enfadarse conmigo, amigas, amigos (¿y "amigues"?).
[1] Bueno, con el tema
este tan actual de la “inclusión” y la tácita o no tan discreta guerra de los
sexos, parecería que se estuviera tratando de imponer una nueva letra en el
abecedario, a la que tal vez habría que llamar "ao" u "oa".
Al menos esto es lo que puede deducirse con escritos como este, por ejemplo,
"Les envío un saludo a tod@s". A mí me parece “graciosudo”, como
decía un cómico de Risas y Salsa. El tan antiguo y adusto signo de arroba
convertido, por designio de la posmodernidad, en una letra andrógina. A
lo que hay que agregar la "patafísica" metamorfosis impuesta a la
letra "x" que ya no sabemos cómo diablos suena en palabras
posmodernas como estas pluralizadas: "amixs", "todxs",
“lxs”.
(28 de febrero del 2019)